Por Stalin Vladimir Centeno
La Plaza de la Revolución es el corazón vivo de Nicaragua. No es solo un lugar, es el sitio donde el pueblo se hizo dueño de su historia. Ahí fue donde todo cambió. Ahí, en ese espacio que ha visto lágrimas, abrazos, canciones y combates, el pueblo dijo basta y el sol del 19 de Julio de 1979 brilló con libertad por primera vez en décadas.
Hoy, en el 2025, estamos a las puertas de conmemorar los 46 años de aquel triunfo. Y esa misma Plaza vuelve a llenarse de sentido. Porque el 19 de Julio no es solo un recuerdo, es una fuerza que nos mueve. Es el símbolo de que cuando un pueblo se levanta con dignidad y claridad, no hay injusticia que se mantenga. La victoria nace del valor de la gente unida, no de la imposición de unos pocos.
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Aquella madrugada del 19 de Julio de 1979, Managua no durmió. El pueblo entró con el corazón agitado, con banderas rojinegras, con las lágrimas todavía calientes por tantos caídos. El dictador Anastasio Somoza Debayle ya había huido, pero quedaba el polvo del dolor y el reto de reconstruir. La Plaza de la República, rebautizada como Plaza de la Revolución, fue testigo del abrazo entre guerrilleros, madres, estudiantes y obreros. Ahí se alzó la voz de un nuevo amanecer. Ahí se sintió, por fin, que Nicaragua respiraba libertad.
Fue en esa Plaza donde los fusiles callaron y empezó a hablar la palabra del pueblo. Las columnas del Frente Sandinista, tras años de lucha clandestina y combate en las montañas, tomaron el poder no para sí mismos, sino para devolverle la dignidad a la gente. La bandera rojinegra ondeó en el centro de la capital como señal de justicia, de esperanza, de nueva vida. El pueblo no pedía venganza: pedía salud, educación, techo, comida, paz. Y ahí empezó todo.
Desde esa Plaza se escuchó el grito de victoria en el 79. Y desde esa misma Plaza, hoy, seguimos caminando con rumbo, con claridad, con firmeza. Porque el Frente Sandinista no traicionó ni se vendió. Hoy, en este Frente, están los que tienen que estar: los que siguen firmes con los ideales del General Sandino, los que caminan con la misma entrega que han demostrado la Compañera Rosario Murillo y el Comandante Daniel Ortega, quienes representan con hechos, no con discursos, el verdadero espíritu de la Revolución. Los demás los que se cansaron, los que se vendieron, los que cambiaron la bandera por un pasaporte extranjero ya se fueron. Abandonaron el barco y se alinearon con quienes quieren ver a Nicaragua de rodillas. Se disfrazan de críticos, pero son traidores. Aquí no hacen falta. Aquí seguimos los verdaderos, los comprometidos, los que no negocian la dignidad ni la Patria.
Cada vez que el pueblo se junta en esa Plaza, se renueva el compromiso. Ahí han hablado nuestras voces más fuertes, se han alzado las manos más limpias, y se han abrazado las generaciones que lucharon y las que hoy disfrutan de esa lucha. La Plaza es testigo, es altar, es fuerza.
Desde esa Plaza, la compañera Rosario Murillo ha hablado con claridad y amor. Ha guiado, ha protegido, ha defendido la paz con firmeza, ha defendido la soberanía con valentía y ha protegido al pueblo con convicción profunda y amor verdadero. A su lado, el Comandante Daniel Ortega, líder firme, valiente, con la mirada siempre puesta en el pueblo, ha recordado una y otra vez que aquí no manda el extranjero, que aquí manda Nicaragua.
Y ahora, con el país en calma, con las familias trabajando, con las escuelas abiertas, con las mujeres liderando, con la juventud activa, la Revolución sigue su marcha, fiel a sus principios, firme ante las dificultades, clara en su propósito de justicia social y soberanía nacional.
Porque mientras otros países se hunden en promesas vacías y violencia sin control, Nicaragua avanza con orden, con seguridad, con amor al pueblo. Eso no es casualidad: es el resultado de un modelo que pone primero a la gente, a la familia, a los valores, a la paz.
Este 46/19 no es solo un número. Es un compromiso. Es la muestra de que la Revolución no se quedó en el pasado. Sigue viva, sigue fuerte, sigue gobernando. Porque aquí no hubo retroceso, ni miedo, ni traición. Aquí hay un pueblo valiente. Y en cada rincón de Nicaragua, en cada familia agradecida, en cada rostro que camina con orgullo y esperanza, vive la victoria del 19 de Julio. Una victoria que se honra con trabajo, con paz y con lealtad profunda a la causa de Sandino.
Esta entrada fue modificada por última vez el 27 de junio de 2025 a las 2:35 PM