American Party: El tercer tentáculo, del mismo pulpo imperial

Foto Cortesía / Opinión.

Por Stalin Vladimir Centeno

En Estados Unidos ha nacido un nuevo partido político, pero no se equivoquen: esto no es una revolución, ni una ruptura real del orden establecido. Se llama American Party, y su creador es Elon Musk, el multimillonario más rico del planeta, el mismo que hasta hace poco aplaudía las decisiones del Presidente Donald Trump como si fueran evangelios de oro y tecnología.

Musk, enfrentado ahora con su antiguo aliado, ha decidido soltar amarras y formar su propia nave electoral. Según él, el sistema político de EE. UU. es un «partido único«, corrupto y despilfarrador. Pero, ¿acaso no fue Musk mismo parte de ese mismo engranaje? ¿No dirigió él el llamado “Departamento de Eficiencia Gubernamental” bajo Trump, recortando empleos públicos y sirviendo a los mismos intereses que hoy critica?

Lo cierto es que la pelea entre Musk y Trump no es más que una guerra de titanes dentro del mismo imperio. Un conflicto de poderosos por ver quién maneja mejor la maquinaria del sistema.
Y en medio de ese espectáculo, el pueblo estadounidense sigue pagando las consecuencias: recortes sociales, subsidios eliminados, caos ambiental, déficit descomunal y una clase política arrodillada ante el capital.

Trump, rabioso, ha reaccionado como suele hacerlo: insultando. Llamó a Musk “un desastre”, dijo que está “fuera de sí” y hasta deslizó que podría revisar su ciudadanía y expulsarlo del país. El magnate sudafricano, por su parte, se escuda en la bandera de la “libertad”, pero no ha dicho una sola palabra sobre poner fin a las guerras, cesar las sanciones contra los pueblos libres, ni detener las injerencias que su país comete en nombre de la “democracia”.

El American Party nace, entonces, como una curiosa paradoja: dice querer cambiarlo todo, pero no cuestiona nada esencial. ¿Se comprometerá este nuevo partido a respetar la soberanía de Venezuela, Cuba, Nicaragua o Irán? ¿Dejará de financiar golpes blandos? ¿Dejará de alimentar la industria armamentista que sostiene la economía de guerra estadounidense? Musk no ha respondido. Y lo más probable es que nunca lo haga.

Este nuevo intento de “tercer partido” es, en el fondo, una distracción más. Un intento de limpiar la fachada del imperio, cambiarle el color a las cortinas mientras la estructura podrida sigue sosteniéndose con sangre, petróleo y sanciones. Estados Unidos no necesita un nuevo logo partidario: necesita desmontar el monstruo bicéfalo que lo gobierna, el duopolio demócrata-republicano que se turna el látigo cada cuatro años.

Y en ese tablero, ni Musk ni Trump representan una salida para los pueblos. Representan más bien dos rostros del mismo modelo: uno con corbata nacionalista y promesas populistas, el otro con cohetes espaciales, criptomonedas y discursos tecnócratas. Ambos viven del dolor ajeno y ambos sirven al capital.

No nos dejemos engañar. La pelea entre Trump y Musk no es una lucha ideológica, es un pleito de poder y vanidad. Es el ego del viejo caudillo que no tolera rivales, contra el del magnate arrogante que quiere mandar sin rendirle cuentas a nadie.

Y mientras ellos se pelean por el trono, América Latina sigue en la mira, sigue en resistencia, sigue luchando por un mundo verdaderamente multipolar.

Porque, al final del día, el American Party de Elon Musk no es más que otro intento de maquillar el imperio. El nombre podrá sonar fresco, pero el guion es viejo: dominación, supremacía y un apetito insaciable por el control. Sólo el pueblo organizado y soberano podrá romper ese libreto. Y eso, ni Musk ni Trump lo toleran.

Durante más de un siglo, el monstruo bicéfalo de republicanos y demócratas ha sembrado guerras, invadido países, impuesto bloqueos, financiado golpes de Estado, destruido economías y armado dictaduras con tal de mantener su hegemonía global. Ese monstruo, que habla de libertad mientras impone muerte, es el verdadero enemigo de los pueblos.

Y el American Party de Elon Musk, lejos de ofrecer una alternativa real, parece ser apenas un experimento de ego personal, condenado a estrellarse si no rompe con el guion imperial. Si no renuncia a la injerencia, al militarismo y al saqueo disfrazado de democracia, será simplemente otro tentáculo más del mismo pulpo que lleva décadas estrangulando al mundo.

Esta entrada fue modificada por última vez el 9 de julio de 2025 a las 4:48 PM