Archivos de Epstein, la tumba política de Trump

Foto Cortesía / Opinión.

Por Stalin Vladimir Centeno

La bomba atómica estalló y esta vez lo hizo en el corazón político del imperio yanqui, ahora que los nuevos archivos del pedófilo y depredador sexual Jeffrey Epstein salieron a la superficie y golpearon a Washington con una fuerza que ningún funcionario logró ver venir. El paquete de documentos incluye correos privados, transcripciones internas, fotografías inéditas, registros de vuelo y comunicaciones obtenidas por comisiones del Congreso. El destape aceleró un acuerdo entre demócratas y republicanos que rompieron con el Presidente Donald Trump.

La Cámara de Representantes y el Senado aprobaron la ley que ordena publicar todo el expediente, con solo un voto en contra. El proceso ya no depende exclusivamente de la firma del inquilino de la Casa Blanca, porque este terminó firmando al quedar atrapado entre la obligación institucional y el riesgo de quedar salpicado por la vida privada del delincuente sexual.

La rebelión republicana desarmó cualquier estrategia de control que Trump había intentado mantener desde que los primeros extractos circularon entre asesores legislativos. Varios congresistas admitieron que ya no podían respaldar un bloqueo que los exponía ante su electorado. Ese movimiento obligó al Presidente a pedir públicamente que se votara a favor de la publicación total. Aunque el proyecto pasó sin obstáculos, el proceso no está cerrado porque aún existe la posibilidad de que el Departamento de Justicia retenga secciones sensibles. La opinión pública observa este punto con atención porque podría interpretarse como un intento de proteger a Donald Trump.

Jeffrey Epstein fue un depredador sexual que construyó una red de explotación de menores sostenida por dinero, contactos políticos y complicidad. Reclutó muchachas y las trasladó a sus mansiones, a su isla privada y a sus aviones, donde las obligaba a mantener relaciones con empresarios, celebridades y funcionarios.

Su caída llegó en 2019, cuando fue encarcelado en un penal federal donde apareció muerto en una celda sin vigilancia adecuada. La versión oficial dijo que se ahorcó, pero los fallos en las cámaras y ausencia de supervisión lo convirtieron en un episodio polémico. Su archivo personal contiene correos donde admite explotación, pedofilia y detalla operaciones junto a su exnovia Ghislaine Maxwell, hoy condenada a veinte años de prisión. Ese expediente es el centro de la tormenta que rodea a Trump, viejo amigo de Epstein aunque hoy lo niegue. Hace unos días, en el Air Force One, una periodista le preguntó sobre el Archivo Epstein y Trump reaccionó molestándose.

Las filtraciones revelan que Epstein mencionó varias veces a Trump y describió encuentros que ambos compartieron cuando eran cercanos. En correos enviados a Maxwell, aseguró que Trump pasó horas con Virginia Giuffre en una de las casas donde había víctimas. Giuffre nunca acusó a Trump, aunque su presencia la coloca dentro del entorno de Epstein. También aparece la frase repetida en el Capitolio: “Trump sabía sobre las chicas”. Este detalle contradice la versión del Presidente, quien asegura que expulsó a Epstein de Mar-a-Lago.

Epstein escribió entre 2011 y 2019 sobre su relación con Trump, calificándolo como “malo más allá de lo imaginable”, “loco”, “peligroso” y “sin una sola célula decente”. Afirmó que era capaz de destruir a cualquiera para salvarse y que se comportaba como un jefe mafioso. Estas descripciones aparecen en correos enviados a abogados, periodistas y figuras financieras.

Para los comités legislativos, este patrón establece un vínculo sólido entre ambos hombres, más allá de fotografías o encuentros sociales.

La relación entre Trump y Epstein estuvo documentada por fotos, registros de vuelo y videos que circulan desde hace años. Viajaron juntos y aparecen conversando en fiestas privadas y reuniones en Mar-a-Lago. Hay videos donde ambos ríen y conversan. Una de las imágenes más difundidas los muestra junto a Ghislaine Maxwell. Los nuevos correos añaden detalles sobre conversaciones y encuentros que Trump siempre presentó como superficiales.

Los archivos también muestran cómo Epstein intentó desmontar las denuncias. En correos pidió investigar a las víctimas, ofreció dinero para influir en la cobertura periodística y presionó a reporteros para desviar la atención. Esto explica la alta presión pública para que la divulgación sea completa.

El imperio yanqui vive un momento comparado con Watergate y el caso Lewinsky. El expediente Epstein supera ambos por la naturaleza del delito, la magnitud de la red y el alcance mundial.

Aparecen nombres de empresarios, funcionarios y realeza, como el príncipe Andrés, despojado de sus títulos por el rey Carlos III. Esta investigación es una de las más amplias que ha enfrentado el Congreso.

Las encuestas muestran que la mayoría exige la publicación completa del expediente. Cualquier intento de retener documentos sería visto como encubrimiento desde la Casa Blanca. Ahora que el Presidente firmó la ley, la presión recae sobre el Departamento de Justicia.

El futuro político de Donald Trump está vinculado al desenlace de este expediente. Si se publica sin filtros, la relación documentada con Epstein podría convertirse en el golpe más fuerte a su presidencia. Si intenta frenarlo, cargará con el costo político.

Mientras tanto, el Congreso movió sus piezas, el Senado cerró filas, Trump firmó y el país observa un proceso acelerado. Lo que ocurra en los próximos días definirá si el Presidente mantiene el control o si los archivos de Epstein se convierten en su tumba política.

Esta entrada fue modificada por última vez el 21 de noviembre de 2025 a las 2:26 PM