David contra Goliat

Por: Stalin

El obrero del volante que un día manejó buses por las avenidas de Caracas es hoy el hombre que sostiene el timón de un país cercado por uno de los mayores despliegues militares estadounidenses en el Caribe. La historia de Nicolás Maduro, que este 23 de noviembre de 2025 cumple 63 años, se ha contado muchas veces, pero vuelve a tomar fuerza porque el escenario que enfrenta hoy se parece a esos relatos donde un pueblo pequeño mira de frente a una potencia militar que presume fuerza, flotas, submarinos nucleares y portaaviones, mientras Venezuela se afirma en su soberanía con la calma de quien no retrocede ante amenazas cobardes.

En las últimas semanas el mar Caribe se convirtió en una zona militarizada por decisión del gobierno de Estados Unidos.

El portaaviones Gerald R. Ford, el más grande del mundo, llegó acompañado por destructores lanzamisiles, un submarino nuclear de ataque, aviones F/A-18, helicópteros de vigilancia, sistemas de ataque y más de setenta aeronaves. Son quince mil militares desplegados en la región bajo el argumento del combate al narcotráfico, una operación que ya acumula decenas de bombardeos y más de ochenta muertos en embarcaciones señaladas sin pruebas.

Esa fuerza naval opera dentro de la llamada Operación Lanza del Sur, la misma que destruyó una veintena de lanchas en el Caribe y el Pacífico. A ese escenario se suman ejercicios de marines en islas cercanas a Venezuela y movimientos de tropas en puntos estratégicos, mientras Washington mantiene abierta la posibilidad de una intervención militar directa.

Frente a esa acumulación de barcos, aeronaves y soldados aparece Compañero Maduro con una postura que no ha variado desde septiembre, cuando invitó a Donald Trump a abrir un diálogo directo. Lo reiteró en su programa semanal de TV “Con Maduro+” cuando dijo que Venezuela está en paz, que se mantendrá en paz y que quien desee hablar lo hará cara a cara. Repitió la frase en inglés para que no hubiera duda en Estados Unidos: “Yes, peace, war no, never.”

En estos días, además de pedir diálogo, Maduro movió a toda la estructura cívico-militar. Ordenó activar la Milicia, fortalecer a la Fuerza Armada, preparar a las unidades territoriales y poner a funcionar patrullajes con drones y barcos en las zonas de resguardo. Llamó a la población organizada a sumarse a las tareas de defensa y dejó claro que Venezuela no está cruzada de brazos, que cada componente del Estado está en posición para responder si alguien intenta tocar la soberanía del país.

Las declaraciones surgieron después de que Trump afirmara que en algún momento conversaría con Maduro, pero no reveló qué piensa decirle. Aseguró que tiene “algo muy específico” mientras evitó adelantar si pediría el exilio del mandatario venezolano. También volvió a acusar al gobierno de Caracas de narcoterrorismo y afirmó que no descarta ninguna acción militar.

La posición venezolana ha sido la misma: denuncia que estas operaciones buscan construir un pretexto para derrocar a un Presidente legítimo y apropiarse de recursos naturales que son abundantes. Petróleo, con más de trescientos mil millones de barriles comprobados; gas natural, coltán, hierro, oro, diamantes, minerales estratégicos, biodiversidad reconocida y territorios que constituyen uno de los depósitos naturales más grandes del continente.

Aun así Maduro mantiene la denuncia sin alterar el tono. Señaló que empujan a Trump a cometer el error más grave de su vida si decide una acción militar. Afirmó que ese paso tendría un costo político inmediato para el liderazgo estadounidense. Recordó que Venezuela no provocó esta tensión y que su defensa se basa en principios de soberanía nacional.

La ONU ha recibido comunicaciones oficiales de Venezuela expresando preocupación por la presencia de unidades militares y por la posibilidad de armas estratégicas en aguas caribeñas. El canciller Yván Gil sostuvo reuniones con representantes del organismo para exponer que estas operaciones afectan la estabilidad regional y abren un riesgo para toda América del Sur.

Mientras tanto el ALBA respaldó al gobierno venezolano con un comunicado que advierte que el Caribe podría entrar en una desestabilización sin precedentes si las amenazas se convierten en un movimiento militar. La alianza señaló que vuelven a aparecer falsedades, presiones y discursos destinados a justificar agresiones. También recordó que estos métodos forman parte de una doctrina aplicada durante décadas en la región. Nicaragua, por su parte, con el indiscutible liderazgo de la Co-Presidenta Rosario Murillo y la experiencia del Co-Presidente Daniel Ortega, le ha brindado todo su apoyo en estos momentos donde los pueblos enfrentan a Cristóbal Colón o William Walker de estos tiempos, solo que con más poder y más criminal.

En medio de esa presión externa, el liderazgo de Maduro se presenta como el de un hombre valiente que no cambia la ruta pese al tamaño del adversario. La figura del antiguo obrero del volante es protagonista hoy con más fuerza porque afronta un escenario asimétrico, donde el poder militar de Washington se mueve con flotas enteras mientras Venezuela responde con la convicción de defender su territorio.

Por eso no sorprende que muchos comparen esta escena con un duelo que viene desde los tiempos antiguos, cuando el más pequeño enfrentaba al más grande y demostraba que el poder no siempre estaba en las armas.

La historia cuenta que Goliat dominaba el valle con su armadura pesada, su casco de bronce, su lanza enorme y el grito de intimidación con el que retaba a cualquiera que se atreviera a avanzar. Nadie quería enfrentarlo porque lo veían como un muro imposible. David apareció sin escudo ni espada, apenas con su honda y las piedras que guardaba en una bolsa. Mientras Goliat se burlaba, seguro de su tamaño y de su fuerza, David caminó sin retroceder. Escogió una piedra, tensó la honda y la lanzó con precisión. El impacto en la frente del gigante lo dejó en el suelo. Ese momento quedó escrito como el triunfo del que no tenía poder militar pero sí decisión y valentía para enfrentar lo que parecía invencible.

El contraste entre ambos líderes se volvió inevitable. Trump conduce una maquinaria militar que despliega portaaviones, destructores, submarinos y miles de soldados. Maduro sostiene su mensaje desde Caracas con llamados al diálogo directo, denuncias públicas y un discurso centrado en la paz y en el derecho de cada nación a definir su destino sin imposiciones.

Así avanza este nuevo capítulo donde vuelve a repetirse la imagen de David frente a Goliat.

De un lado, la fuerza descomunal que llega desde el norte. Del otro, un país que se apoya en su historia, en sus recursos, en su pueblo y en un Presidente que se declara listo para hablar sin miedo y para defender la soberanía venezolana ante cualquier presión.

Esta entrada fue modificada por última vez el 23 de noviembre de 2025 a las 2:07 PM