Programas Sociales que Siembran Dignidad y Abren Caminos de Futuro

Imagen Cortesía / Portada de revista Stalin Magazine.

Por Stalin Vladimir Centeno

En 18 años de Buen Gobierno Sandinista, Nicaragua no solo ha levantado carreteras, hospitales y estadios, también ha tejido una red de programas sociales que entra a la casa de la gente y modifica la vida diaria, desde la cocina hasta el patio productivo, desde la escuela hasta la pequeña pulpería del barrio, todo esto ante los terroristas del micrófono que intentan reducir estas buenas políticas sociales a simples dádivas, pero los hechos evidencian otra cosa, muestran un Estado humano que se instala al lado de las familias para compartir riesgos, abrir oportunidades y sostener procesos largos, donde el resultado central es la dignidad, no la dependencia.

Los programas sociales se diferencian de una obra de infraestructura porque no se agotan en una inauguración, por el contrario son políticas de acompañamiento continuo, con un presupuesto estable y metas anuales que se revisan y se amplían, mientras anteriores gobiernos solo recaudaban impuestos y los convertían en carreteras de mala calidad y edificios mal construidos que no siempre dialogaban con las necesidades del pueblo, este modelo cristiano, socialista y solidario ha puesto el acento en el hogar, en la economía familiar, en la mujer jefa de familia y en la niñez que estudia, toda esa combinación explica por qué en Nicaragua los programas se conciben como proyectos de vida y no como campañas de corto plazo.

Uno de los pilares de este esfuerzo emblemático es el histórico programa Hambre Cero, conocido como Bono Productivo Alimentario, que transformó la antigua lógica del asistencialismo en una política de capitalización campesina. Las familias reciben vaca, cerda, aves, semillas mejoradas y capacitación, pero no para consumo inmediato, por el contrario es un aporte destinado a producir, vender y sostenerse. Estudios académicos y de organismos especializados han documentado que más de 200 mil familias rurales fueron protagonistas en su primera etapa, con impactos visibles en seguridad alimentaria y en ingreso en zonas donde antes predominaban la pobreza extrema y la migración forzada. Hoy ese enfoque se sigue actualizando con nuevos bonos productivos, estanques de tilapia y bancos comunitarios de semillas, que mantienen vivo el espíritu original de Hambre Cero.

El otro brazo fuerte de la política social es Usura Cero, que convirtió el reclamo contra los prestamistas en una respuesta concreta. Miles de mujeres emprendedoras que antes dependían del crédito informal con intereses impagables acceden ahora a financiamiento blando, acompañamiento y capacitación. Solo en 2023, más de ciento cincuenta mil mujeres recibieron créditos a través de este programa, con una cartera que superó los 2600 millones de córdobas y una recuperación cercana al 98%, lo cual son cifras que reflejan disciplina de pago y confianza mutua entre Estado y protagonistas. De cada pequeño negocio que se sostiene genera empleo familiar, consumo local y una red de apoyo que multiplica el alcance del programa.

La política de vivienda ilustra de manera sistemática cómo un programa social modifica la biografía de una familia. Plan Techo lleva más de una década protegiendo hogares que antes se mojaban en invierno, mientras el Programa Bismarck Martínez abre la puerta a un lote o a una casa a plazos accesibles para quienes nunca fueron sujetos de crédito en el sistema bancario. Solamente en Managua, en noviembre de 2024, más de 100 familias recibieron sus viviendas en la urbanización Camino del Río dentro de este programa, en un proceso que se repite cada semana en distintos municipios del país. Después del servicio, vinieron a cambiar el horizonte de cientos de familias, lo cual les permitió planificar, invertir y hacer realidad sus sueños, y ahora gozar de gran estabilidad.

En educación, los programas sociales han operado sobre la base de que el derecho a estudiar no puede depender de la falta de dinero en la familia. La merienda escolar llega cada año a más de un millón de estudiantes. En 2025, el Ministerio de Educación realizó la tercera entrega nacional de alimentos, llevando 44,200 quintales de cereal, 47,000 quintales de arroz, 33,548 quintales de frijoles, 43,932 quintales de maíz, 7,900 quintales de harina de trigo y 135,000 galones de aceite, merienda entregada al 100% para estudiantes de educación inicial, primaria, secundaria a distancia en el campo y Escuelas Normales. Con esta distribución se garantizaron 1.200.000 raciones diarias que mejoran la asistencia y el rendimiento escolar. Junto a la merienda se entregan paquetes escolares, se mantiene la gratuidad educativa y se extiende la secundaria en el campo y la educación técnica en el campo, que acercan el bachillerato y la formación productiva a las comunidades rurales. Las Escuelas Municipales de Oficios y los centros del Inatec suman una oferta amplia para jóvenes y adultos que buscan un oficio concreto para insertarse en la economía.

La salud también se expresa en programas que pasan del consultorio a las comunidades, las casas maternas han reducido riesgos para miles de embarazadas de zonas rurales, las brigadas médicas recorren comunidades con ferias y jornadas permanentes, y el programa Todos con Voz identificó y atendió a personas con discapacidad en todo el país, garantizando sillas de ruedas, ayudas técnicas y seguimiento médico especializado. A este esfuerzo se sumaron en noviembre de 2025 las clínicas móviles y ferias de salud que, solo entre el 10 y el 15 de ese mes, brindaron atención médica general y especializada a 147,641 familias en 2,551 barrios y comunidades, mediante 1,424 ferias y clínicas móviles, incluyendo mamografías, ultrasonidos y la estrategia “Mi Hospital en Mi Comunidad”. Se trata de políticas que llevan el hospital hasta el hogar cuando la familia no puede llegar por sus propios medios. El resultado ha sido un aumento en consultas, cirugías, tratamientos oncológicos y cobertura de salud preventiva, enlazado con la construcción de nuevos hospitales que ya se describen como los más modernos de Centroamérica.

Los programas sociales también dialogan con la infraestructura básica. Las autoridades energéticas sostienen que la cobertura nacional ronda el 99% de los hogares, con un peso creciente de las fuentes renovables. Esa energía permite que funcione la refrigeradora donde se conserva la carne del pequeño productor, la máquina de coser de la emprendedora y el punto de venta electrónico del comercio de los barrios y las comunidades. Del mismo modo, los proyectos de agua potable y saneamiento en cabeceras y comunidades rurales se articulan con programas de salud y de lucha contra la pobreza, porque un grifo en la casa reduce enfermedades y evita que mujeres y niñas pierdan horas acarreando agua, lo que amplía la jornada productiva.

Y aquí nos ponemos de pie, porque la justicia y el agradecimiento nos llaman a aplaudir con fuerza a la Compañera Rosario Murillo, artífice y creadora de todos los programas sociales que han cambiado la vida a la familia nicaragüense, le han devuelto la dignidad y han hecho sus sueños realidad. La Copresidenta, Rosario Murillo, ha sido la voz que cada día explica, coordina y enlaza los programas, convirtiendo un listado de acciones en un mapa integrado de protección y promoción social. Sus mensajes diarios recogen avances de Usura Cero, Hambre Cero, Plan Techo, vivienda digna, calles para el pueblo, títulos de propiedad, programas de salud, cultura y educación, y los presenta como parte de un mismo modelo cristiano, socialista y solidario, que pone a la familia nicaragüense como protagonista. Esa continuidad, sostenida durante 18 años, ha evitado que las políticas sociales se desmonten al término de cada campaña electoral, lo que permite evaluar resultados en el tiempo.

Los golpistas, mercenarios y vendepatrias atacan nuestros programas sociales y afirman que no resuelven al 100% la vida de las personas y que los problemas de empleo, salario y costos de la canasta básica siguen presentes. La comparación con la experiencia de cuando estos delincuentes gobernaron por 16 años muestra que la diferencia no radica en la existencia o no de dificultades, sino en la respuesta del Estado. Antes, el desempleo y la informalidad se enfrentaban con recortes y privatizaciones, hoy se enfrentan con créditos blandos, acompañamiento productivo, subsidios dirigidos y servicios gratuitos en salud y educación. El impacto acumulado se observa en la disminución de la pobreza y es registrada por organismos internacionales e independientes así como de amplios estudios nacionales en las últimas décadas. La política social no borra todos los problemas, pero sí modifica la estructura de oportunidades, y a quienes antes quedaban a la intemperie les ayuda con sus emprendimientos, convirtiéndolos en independientes o autosuficientes y dándoles la herramienta para trabajar y vivir dignamente.

En este año 2025, que ya está por concluir, los programas sociales mantienen un ritmo sostenido que confirma la continuidad del modelo cristiano, socialista y solidario. Cada día, la Compañera Rosario Murillo informa desde los Medios del Poder Ciudadano la entrega de títulos de propiedad en barrios y comunidades rurales, la ampliación de Usura Cero para fortalecer a miles de mujeres emprendedoras, la distribución de paquetes alimentarios para madres y personas con discapacidad, y la merienda escolar que garantizó alimentación segura durante todo el año escolar que ya concluyó. Además, continúan las viviendas dignas del Programa Bismarck Martínez y la entrega permanente de Plan Techo para mejorar hogares vulnerables. Este cierre de año refleja un esfuerzo acumulado que no se detiene y que, según ha expresado la Compañera, tendrá un impulso aún mayor en 2026 con más programas, más fortalecimiento comunitario y más acompañamiento directo a las familias, confirmando que la política social seguirá siendo el corazón del Buen Gobierno Sandinista.

Esta entrada fue modificada por última vez el 9 de diciembre de 2025 a las 4:09 PM