Esta foto fue subida a Internet por Shanna Niehaus, mamá del pequeño Kainoa de cinco años de edad. La descripción de la foto tocó a miles de personas alrededor del mundo y las conmovió hasta el fondo de sus corazones.
“¿Ven este momento? Nunca había experimentado nada similar. Ayer fue la primera vez que mi hijo autista de 5 años conoció a su perro de asistencia, Tornado. Somos estadounidenses que viven en el extranjero, en Japón, y nos habíamos estado preparando durante alrededor de dos años para conocer a Tornado.
Esta foto captura la cara de una mamá que vio a su hijo, al cual no puede abrazar, bañar, vestir, apapachar y tocar, acostado sobre su nuevo perro de asistencia por su propia voluntad, con apego intencional y tácito. Esta es la cara de una mamá que ha visto a su hijo experimentar innumerables interacciones sociales fallidas en el recreo intentando hacer un amigo. Cualquier amigo. Cualquier tipo de conexión. Ella se ha sentado al lado de su hijo cuando lloraba por la noche durante meses porque él no tenía vínculos sociales fuera de la familia, sin importar cuánto intentaba ni cuanto había trabajado en eso en sus terapias. Y ahora ella está sentada atrás de su hijo silenciosamente mirando el momento, temiendo respirar, y sin palabras qué decir.
Este momento vale cada lucha por los servicios para mi hijo, cada diagnóstico, cada nuevo proveedor, cada dólar gastado, cada papel rellenado, cada reunión escolar, cada lágrima derramada, cada paso hacia adelante, cada paso hacia atrás y cada maravilla del futuro desconocido. De alguna manera, por esto -por Tornado- sé que todo estará bien. Como mamá, he visto un sinfín de momentos retadores y dolorosos que mi hijo ha tenido que enfrentar y sus lágrimas, que fueron aún más. Sin embargo, ayer, lloré por otro motivo. Es una sensación que no puedo describir”.
Es difícil imaginar lo que una mamá siente cuando no puede ni siquiera abrazar a su propio hijo sin temer que le dé un ataque de pánico. Para los niños con autismo es extremadamente difícil establecer conexiones con aquellos que los rodean. Es por eso que a veces entrenan a perros para intentar ayudarles. Los perros pueden calmar al niño cuando tienen un ataque de pánico, cuidarlo y avisar a sus padres cuando el pequeño necesite ayuda. Como los perros se comportan diferente a los humanos, a los niños autistas les es más fácil socializar con ellos.
El autismo no es una enfermedad, es una forma única de desarrollo. No se puede “curar” con medicinas. Pero los perros pueden ayudar a las personas que experimentan este tipo de dificultades. Su cariño, devoción, alegría y calidez pueden hacer mucho para ayudar a los niños autistas a establecer vínculos con el mundo que les rodea.
Esta entrada fue modificada por última vez el 2 de marzo de 2017 a las 10:09 AM