Alemania, el vicio de la guerra

Foto Cortesía / Bandera de Alemania.

Por Fabrizio Casari

Los proverbios, como se sabe, son un producto genuino de los pueblos, una transmisión de lugares comunes y saberes. Uno de los más famosos, que dice «no hay dos sin tres», encuentra aplicación en el caso de Alemania y sus veleidades de poder. El recién elegido (por un margen mínimo) canciller alemán, Merz, ha anunciado la entrega de misiles de crucero Taurus a Ucrania, que podrá utilizarlos sin límite de uso. Dado que el alcance (500 km) permite penetrar en territorio ruso y su función es puramente ofensiva, se puede hablar de una implicación directa de Alemania en la guerra.

Merz, que además ha expresado su intención de cooperar con Kiev en la construcción de misiles de largo alcance, explicó claramente los motivos de la guerra en Ucrania: «Estamos amenazados y nos defendemos. Lo que está en cuestión es el orden político que establecimos con Rusia después de 1990. Ha llegado el momento en que debemos defendernos todos juntos». Lo que, traducido, significa: “Luchamos para mantener la supremacía de Occidente, que consideramos una cuestión de vida o muerte, y si perdiéramos en Ucrania, sería el fin de nuestro dominio”.

Cabe señalar que el SPD (que forma parte de la coalición de gobierno) y Die Linke (cuyos votos fueron necesarios para elegirlo) ya han declarado su oposición a ambas ideas de Merz, por lo que corre el riesgo de una moción de censura y de salir prematuramente del juego.

¿Por qué, se pregunta uno, justo cuando se abre la fase de negociación, Alemania arma a Kiev y amenaza a Rusia? Hay un intento de superar a Londres y a sus “voluntarios”, asumiendo la primera línea en la guerra de palabras, pensando así en sostener con la propaganda la construcción de un papel de liderazgo alemán en las nuevas estructuras militares de la UE. Berlín pretende autoasignarse el mando político europeo y, al mismo tiempo, con un ojo en el presupuesto y otro en los negocios, intenta construir una operación destinada a resucitar la metalurgia y la siderurgia alemanas y establecer la supremacía sobre Francia y el Reino Unido.

Rusia ha invitado al canciller alemán a contar hasta diez antes de hablar. El Kremlin, sin embargo, tiende a dar importancia a las divagaciones militaristas del liderazgo alemán porque, inevitablemente, el anuncio alemán de la colaboración con Ucrania para el desarrollo y producción de misiles de largo alcance crea de hecho una nueva dimensión del papel alemán en la guerra y en el conflicto entre Occidente y Rusia.

Los Taurus pueden alcanzar una distancia de 500 km, viajan con un sistema inercial (INS) apoyado por GPS, sensores ópticos y referencias topográficas, pero necesitan personal alemán o de la OTAN para cada una de las fases, desde la localización del objetivo hasta su alcance. Probablemente, como ya ha ocurrido con los Patriots, ATACMS de EE.UU., los Storm Shadow británicos y los SCALP-EG franceses, ninguno de los que se lancen logrará alcanzar su objetivo, siendo especialmente eficaz el sistema de defensa ruso. Pero en cualquier caso, la entrada en el campo de Alemania eleva el nivel del conflicto tanto desde el punto de vista militar como político, cargado de connotaciones históricas, y convierte el territorio alemán en un objetivo para la respuesta rusa a posibles ataques con los Taurus.

Como ha subrayado a menudo el presidente Putin, cada anuncio sobre el uso de armas de largo alcance influye en los planes operativos rusos, adaptándolos en función del alcance del arma. Esto significa dos cosas, ambas con graves consecuencias: para Ucrania es un bumerán, ya que cuanto mayor sea el alcance de los misiles que Occidente le transfiera, mayor será la zona de amortiguamiento que Rusia necesitará para proteger a sus ciudadanos. Y dado que las regiones fronterizas rusasBriansk, Kursk y Bélgorod – están constantemente bajo ataque, con más razón después de las declaraciones intempestivas de Merz, la zona de amortiguamiento incluirá necesariamente las regiones ucranianas de Chernígov, Sumy y Járkov.

Es difícil pensar que en Berlín no supieran cómo estas declaraciones perjudican a Kiev, por lo que cabe suponer que sirven para impedir desde el principio la negociación sobre los territorios ucranianos. Y si el estancamiento de las negociaciones se explicaba por querer mantener la integridad territorial de Ucrania, con la maniobra de Merz las dificultades aumentan y, con ellas, los kilómetros ucranianos que Moscú exigirá tener bajo control ruso, porque Moscú no detendrá la ofensiva si no tiene garantizada su seguridad, que sólo puede asegurarse alejando las posiciones ucranianas mucho más de lo que están hoy, para mantener los territorios rusos fuera de alcance.

El daño causado por Merz a Europa es aún mayor, porque anula desde el principio cualquier posible papel europeo en las negociaciones y en la gestión de la pacificación y el respeto de los acuerdos. Es imposible aceptar en las conversaciones de paz a quien pide la guerra sabiendo que no puede combatirla. El resultado es que ni la elaboración, ni la firma ni el respeto de los acuerdos tendrán como protagonista a la UE, que así se postula para una irrelevancia total.

Al mismo tiempo, el riesgo para el territorio de la UE de convertirse en objetivo de los misiles rusos aumenta considerablemente, porque es obvio que la reacción rusa al uso de misiles alemanes producirá una respuesta segura por parte de Moscú, y esto ocurrirá, probablemente, en territorio alemán. Y será difícil invocar el artículo 5 del Tratado de la OTAN, dado que Rusia respondería al ataque alemán. Difícil que Washington ponga sobre la mesa global la tercera guerra mundial para salvar a Berlín, pudiendo aprovechar más bien la ocasión para deshacerse de su mayor competidor en el ámbito occidental.

LAS LOCURAS DE LOS NEOCONS

De hecho, una tercera guerra mundial, completa o a trozos, forma parte de la voluntad política de algunas de las corrientes más influyentes de los neocons, que consideran – entre tantas otras locuras – que el mundo está excesivamente poblado y que esto supone un “desperdicio” de recursos. Una tercera guerra mundial en suelo europeo siempre ha estado prevista en los planes elaborados por los analistas de la CIA y del Pentágono, que siempre han esbozado tal escenario buscando las ventajas que de él derivarían para los intereses de EE.UU., favorecidos por un enfrentamiento entre Rusia y Europa que pondría en marcha los gigantescos planes de «reseteo» global de Washington.

Existe una convicción en los despachos del establishment europeo, y es que se podrá seguir atacando a Rusia a través de otras víctimas proxy, como Moldavia, Georgia y Rumanía (por eso se manipularon sus respectivas elecciones) dado que el estado proxy en el que habían invertido ha fracasado en su misión, desangrando además la economía europea. Pero pensar que Moscú esté dispuesta a vivir una década con guerras en sus fronteras significa no tener idea de lo que piensa el Kremlin. A este le resulta ya evidente que la maniobra occidental está destinada a prolongarse indefinidamente, con una serie continua de conflictos que mantengan a Rusia en el ámbito bélico, orienten su economía hacia la dimensión de guerra, la obliguen a una relación con Oriente y el Sur y a una subordinación al mercado chino, y dañen internamente el consenso hacia Vladimir Putin.

Sin embargo, es posible que Moscú haga estallar la mesa: es decir, que tras haber enterrado para siempre la ampliación hacia el Este de la OTAN (el propio gobierno estadounidense lo reconoce), decida responder de forma directa y definitiva a la desestabilización militar que Europa lleva a cabo y que golpea a países y gobiernos directamente responsables.

¿Qué ocurriría entonces? ¿Realmente serían necesarias las cifras astronómicas para el rearme europeo destinadas a cañones, proyectiles y tanques? Pensar que un eventual conflicto entre la UE y Rusia sea una cuestión de batallas territoriales libradas por infantería y tanques es completamente absurdo. Creer que Rusia, un país de 140 millones de habitantes, desee una guerra permanente contra un continente de 540 millones de habitantes es simplemente estúpido. Si se fuerza a Moscú a un enfrentamiento directo, el nivel lo decidirán los rusos y que se juegue en el plano balístico con el empleo de armas nucleares es más que una hipótesis. Alemania está a pocos minutos de vuelo de las rampas de lanzamiento rusas, tanto terrestres como marítimas.

¿Por qué Merz ha decidido llevar a Alemania al riesgo de un enfrentamiento directo con Rusia que la conduciría a la destrucción? El sueño alemán sigue siendo el mismo: expandir el poder de Alemania más allá de sus fronteras, proyectándola como dominadora del mundo. Evidentemente, no le han bastado dos imperios y dos guerras mundiales perdidas. Moscú le explicará que la próxima sería la de la extinción, a la que, como es sabido, no sigue una reconstrucción.

Esta entrada fue modificada por última vez el 31 de mayo de 2025 a las 2:43 PM