Cada bandera rojinegra ondeando, guarda el latido eterno de Casimiro Sotelo

Foto Portada Digital.

Por: Stalin V. 

Hay nombres que no necesitan presentación, porque en vez de irse con el viento, se quedan retumbando en las paredes, en las calles y en la conciencia. Casimiro Sotelo es uno de esos nombres. Nació un 14 de noviembre de 1944 en Managua, pero no vino a este mundo a quedarse en la orilla. Vino a meterse hasta el fondo, a patear la indiferencia, a luchar con el pecho abierto y la dignidad bien en alto.

Desde joven, Casimiro se fue moldeando con el fuego del momento. No tenía tiempo para medias tintas. A los catorce años ya protestaba contra la dictadura. En 1960 se integró a la Juventud Patriótica Nicaragüense, y en la universidad se convirtió en referente absoluto del movimiento estudiantil. Fue presidente del CEUUCA, organizador de huelgas, promotor del primer congreso estudiantil y secretario general del Frente Estudiantil Revolucionario (FER). Su papel no era simbólico: era práctico, organizativo, agitador. Casimiro tejía redes, formaba células y empujaba a los jóvenes hacia la conciencia revolucionaria.

Se recuerda como un acto de enorme valentía aquel día en que Casimiro Sotelo, con apenas poco más de veinte años, entró a una cabina de radio y, frente al micrófono encendido, se dirigió directamente a Luis Somoza. No levantó la voz, pero su firmeza era irrefutable. Exigió con el peso de la historia en sus palabras la entrega de los restos del General Sandino. Fue un gesto que no nació del atrevimiento, sino de la convicción profunda de justicia. En ese instante, el país entero entendió que estaba frente a un joven distinto: uno que no bajaba la cabeza ante el poder, uno que no sabía callar cuando se trataba de la dignidad de su pueblo.

Pero la cobardía del régimen no perdonaba. El 4 de noviembre de 1967, Casimiro fue capturado junto a Hugo Medina, Edmundo Pérez y Roberto Amaya. Fueron delatados por orejas del régimen que los ubicaron en una casa del barrio Monseñor Lezcano. La Guardia Nacional no dudó. Los sacaron, los golpearon, los interrogaron, y los asesinaron a sangre fría. A Casimiro lo acribillaron con saña, con el odio que solo los tiranos sienten por quienes nacen del mismo sistema pero deciden combatirlo. El cuerpo de Casimiro recibió exactamente el mismo número de impactos de bala que el sargento somocista Gonzalo Lacayo, como un acto simbólico de venganza y de terror.

Lo que la dictadura nunca entendió es que las ideas no mueren con los cuerpos. Desde aquel día, Casimiro se volvió bandera, canción, lección de vida. Su ejemplo recorrió las casas clandestinas, las aulas rebeldes, las paredes que gritaban libertad. Para muchos jóvenes que se unieron después al Frente Sandinista, su nombre era una chispa, una brújula, una promesa de que la revolución valía la pena.

En agosto de 2023, el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional bajo el liderazgo de la Compañera Rosario Murillo y el Comandante Daniel Ortega fundó la Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro en Managua. Se trata de una institución profundamente comprometida con el legado de su nombre: una universidad pública, gratuita y revolucionaria. Una universidad donde los hijos e hijas del pueblo estudian sin cadenas ni condiciones.

La universidad que lleva el nombre de Casimiro no es solo un espacio académico. Es un lugar de conciencia, de formación integral, de amor por Nicaragua. Aquí no se conspira, no se desestabiliza, no se atenta contra la paz del pueblo. Esta universidad no es golpista, no vende patria, no traiciona a su pueblo, ni se arrodilla ante intereses extranjeros. Aquí no caben los privilegios burgueses ni las agendas imperialistas disfrazadas de educación. Esta es una universidad para el pueblo, desde el pueblo y al servicio de la patria. Se viene a estudiar, a servir, a construir. Casimiro Sotelo soñó con una juventud comprometida con su tierra, y eso es exactamente lo que aquí florece cada día.

El 14 de noviembre de 2024, la Universidad Nacional Casimiro Sotelo celebró con fuerza el 80 aniversario del natalicio de su héroe. Fue un acto cargado de emoción, con la presencia de jóvenes, educadores y familias que reconocen en él no solo al mártir, sino al maestro de la conciencia. Hubo música, poesía, palabras profundas. Pero, sobre todo, hubo compromiso: el de seguir caminando con su ejemplo como guía.

Un hecho poco conocido pero profundamente revelador fue su participación en un acto público en el Estadio Nacional. Mientras altos funcionarios del régimen asistían al evento, un grupo de jóvenes se lanzó al campo con una manta que decía “¡No más Somoza!”. La Guardia reprimió con brutalidad, pero Casimiro no huyó.
Al ver que muchas de las jóvenes manifestantes estaban siendo golpeadas, se dio vuelta, regresó y se interpuso entre ellas y los soldados. Hay una fotografía histórica que lo muestra cubriéndolas con su cuerpo. Ese era Casimiro: un revolucionario valiente, pero también profundamente humano.

Hoy, en mayo de 2025, Casimiro Sotelo vive en cada bandera rojinegra que flamea con orgullo, en cada aula, en cada muchacho y muchacha que decide levantar la voz y construir una Nicaragua digna, soberana y libre. Porque Casimiro no murió a los 22 años: Casimiro nació para quedarse eternamente joven en la memoria del pueblo.

Esta entrada fue modificada por última vez el 29 de mayo de 2025 a las 3:10 PM