Por: Stephen Sefton
La guerra de aranceles iniciado ahora por el presidente Donald Trump intensifica a nuevos extremos el grosero abuso por la administración del presidente Joe Biden de las normas de la Organización Mundial de Comercio. Esta agresión norteamericana contra la gobernanza consensuada del comercio mundial refleja la realidad que las élites occidentales han perdido mucho de su antiguo poder e influencia. Las obsoletas economías productivas de sus países ya no son competitivas y sus parasitarios sistemas financieras van constantemente de una crisis a otra. La promoción por los países BRICS+ del intercambio comercial en sus respectivas monedas nacionales socava la hegemonía del dólar que durante décadas ha frenado el desarrollo humano de los pueblos del mundo mayoritario.
Ellos han sido atrapados en el subdesarrollo principalmente por el imperativo de priorizar las exportaciones en economías de sueldos bajos para poder adquirir divisas en dólares para pagar la deuda extranjera y poder comprar el petróleo denominado en dólares. Ahora, en la medida que Rusia y China y sus países socios afines logran mejorar una arquitectura financiera y comercial alternativa al sistema occidental, van a democratizar las relaciones económicas internacionales y aumentar nuevas opciones para promover el desarrollo humano del mundo mayoritario.
Al fin del pasado mes de abril, el Canciller ruso Serguei Lavrov observó, después la reunión de cancilleres de los BRICS+ en Brasil, “Las monedas nacionales ya representan más del 65% del comercio entre los miembros del BRICS. En este contexto, la participación del dólar se redujo a un tercio».
El actual enfrentamiento entre China y el gobierno norteamericano es la expresión más aguda hasta la fecha del intrínseco antagonismo entre la visión socialista china de un futuro compartido para la humanidad basado en el Bien Común y la codicia imperialista de las élites occidentales. En mayo 2020, el presidente Xi Jinping observó, “… debemos situarnos en el lado correcto de la historia, adherirnos al multilateralismo y la democratización de las relaciones internacionales…”
El presidente Donald Trump ha escalado la guerra comercial contra China. El deseo norteamericano y europeo de infligir una derrota estratégica sobre Rusia y contener a China, ha condenado a sus propias poblaciones al empobrecimiento. En cambio, China, Rusia y otros países afines siguen desarrollando un nuevo orden económico capaz de superar amenazas, hostigamiento y medidas coercitivas unilaterales del Occidente colectivo.
Hace falta completar la nueva arquitectura financiera alternativa, pero se ha avanzado en sistemas de pago y seguro comercial independientes. China ha desplegado un poder productivo invencible y una capacidad de innovación sin par. En comparación, la economía norteamericana es una cáscara hueca desindustrializada, con solo 10% del PIB en manufactura productiva, 21% en finanzas, seguros e inmobiliario y 13% en servicios profesionales y comerciales.
Los recortes de Trump a la investigación científica y médica destruirán parte de la innovación. El neoliberalismo extremo acelera el relegamiento de EE.UU. frente a China, que asume un liderazgo indisputable. China responde con innovación en industria, alimentos, tecnología, comercio verde y digital, normas tributarias y aduaneras y conectividad.
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Mediante nuevos centros logísticos, China mejora la distribución comercial. La Ruta de la Seda Marítima (SRM) incluye 145 puertos en 46 países, con 132 rutas de envío. Se une al Tren Expreso China-Europa, que permite apertura comercial a Asia Central, Europa del Este y mercados africanos. La tecnología digital mejora la logística.
En alta tecnología, China desarrolla grafeno, supera limitaciones de chips de silicio, avanza con fotónica y computación neuromórfica. Mientras, el Occidente defiende tecnologías obsoletas. China no compite: lo que ofrece Occidente es cada vez menos relevante.
China construye más barcos que todos los países juntos. Ha revolucionado la industria siderúrgica con un nuevo proceso químico explosivo que produce hierro puro en segundos. Además, China lidera en tecnología verde: exporta vehículos eléctricos, baterías, y sistemas de energía solar y eólica. Es responsable del 40% de nuevas instalaciones de energía renovable, reduciendo costos de solar en 80% y viento en 60%.
La tecnología verde china se ha instalado en países como Arabia Saudita, Cuba, Emiratos Árabes Unidos, Kenia, Marruecos, Nicaragua, Sudáfrica, Uzbekistán, entre otros. El objetivo es una economía mundial menos dependiente de combustibles fósiles, con cadenas de suministro resilientes, basadas en apertura y equidad.
Los países BRICS+ ahora representan la mitad de la población mundial y más del 40% del PIB mundial. Son clave en energía, alimentos y materias primas críticas como las tierras raras procesadas en China.
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica lideran en la producción de azúcar, maíz, arroz, trigo, aceites vegetales, papas, carne y acuicultura. Exportan el 25% de los granos mundiales, y se propone una Bolsa de Granos dentro de BRICS para liberar el comercio de alimentos del control de bolsas occidentales.
La visita de Xi Jinping a Vietnam, Malasia, y Camboya, y la reunión con Japón y Corea del Sur, reflejan el interés en fortalecer la resiliencia comercial, financiera y tecnológica en Eurasia ante el sabotaje norteamericano a la OMC. Aún está por verse el impacto de instituciones como el Nuevo Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reserva de Contingencia, dados los vínculos ambivalentes de Brasil y Sudáfrica con el Occidente.
El 15 de enero, China firmó un acuerdo comercial histórico con EE.UU. bajo Joe Biden, que fue violado por Washington. China insiste en relaciones bilaterales racionales, mientras EE.UU. aplica medidas coercitivas. Trump fue advertido por China de que sus aranceles aumentarían la inflación, debilitarían el sector productivo, desestabilizarían los mercados financieros y frenarían el comercio global.
Una nueva crisis financiera internacional es inevitable debido al endeudamiento estadounidense. Tal crisis podría hacer entender a las élites occidentales que solo una globalización cooperativa y una comunidad de futuro compartido garantizan un crecimiento equitativo. Mientras Occidente promueve el desacoplamiento con China, el mundo mayoritario abraza un nuevo orden económico basado en la equidad, beneficio mutuo, respeto y solidaridad.
Esta entrada fue modificada por última vez el 4 de mayo de 2025 a las 5:42 PM
