Cuba asimila la muerte de Fidel

Las banderas a media asta en todos los edificios públicos de La Habana y las calles con apenas tráfico confirmaban a los cubanos que era real la noticia que todavía muchos no se podían creer: Fidel Castro había fallecido en la noche del viernes a los 90 años de edad.

 

«Estaba con unos amigos en un restaurante, cuando dijeron que lo iban a cerrar porque se había muerto Fidel, fue un momento que nos impactó», señaló a Dpa Manuel Carlos, quien después se fue para su casa para poder informarse de lo que estaba pasando.

La noticia llegó al filo de la medianoche, cuando la televisión estatal interrumpió su programación normal para emitir un mensaje leído por el presidente cubano, Raúl Castro.

«Con profundo dolor comparezco para informarle a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra América y del mundo que hoy 25 de noviembre del 2016, a las 22.29 horas de la noche falleció el Comandante en Jefe de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz», indicó Raúl Castro visiblimente emocionado.

Tras conocerse la noticia empezaron a cerrar los restaurantes y bares, y el tráfico aumentaba por las principales calles de La Habana, de cubanos que querían llegar a sus casas a compartir el momento con las familias.

«Fidel forma parte de nuestra vida, yo tengo los mismos años que la Revolución y aunque es ley de vida, nunca pensamos que llegase este día», afirmó a Dpa Yanela, una vendedora de un agromercado de La Habana.

«Pronto seré ya como todos los demás. A todos nos llegará nuestro turno», dijo Fidel Castro a modo de testamento en abril, durante la clausura del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba.

Algunos turistas sentían que estaban viviendo un momento histórico, de los que no salen en las postales sino que se convierten en experiencias que se contarán siempre en el futuro.

«Nunca habíamos estado aquí antes y queríamos ver Cuba (…) pero la verdad que nos ha desbordado la situación, todo el día nos llaman familiares y amigos para preguntarnos», aseguró Sofía, una turista española en la puerta de un céntrico hotel.

En el Malecón, el tradicional paseo marítimo de La Habana, unos niños entrenaban al béisbol con normalidad, como hacen cada sábado. En cambio los espectáculos públicos fueron suspendidos durante el duelo oficial.

Esta entrada fue modificada por última vez el 26 de noviembre de 2016 a las 1:15 PM