Por Stalin Vladimir Centeno
Desde hace un poco más de medio siglo la DEA se ha vendido como el policía del planeta en la supuesta guerra contra las drogas y ha construido una imagen de pureza operativa que han difundido hasta el cansancio en películas norteamericanas con guiones dirigidos por ellos mismos, discursos políticos y propaganda de Estado que repite que su misión es proteger a la humanidad de los cárteles, mientras los informes oficiales tales como informes del Departamento de Justicia, informes de supervisión interna, informes del Congreso, informes desclasificados de la propia DEA, revelan lo contrario. La institución que se publicita como escudo mundial es en realidad una estructura profundamente entrelazada con los mercados ilegales que dice combatir y cuyo comportamiento lo hacen ver a veces hasta como un cártel más. Pero no solo eso pues los documentos internos lo que muestran es que Estados Unidos no es víctima del narcotráfico sino el eje de un sistema que produce drogas, consume drogas, lava el dinero del narco y utiliza la narrativa antidrogas como plataforma geopolítica pero que cumple con todos los elementos para ser visto como un narco-estado.
La propia DEA reconoce que Estados Unidos es autosuficiente en la producción de marihuana y que ha impulsado una transformación genética de la planta para elevar de manera extrema su potencia al punto que el nivel de THC (tetrahidrocannabinol) pasó de 1% en los años setenta a niveles superiores al 15% en la actualidad, lo que demuestra que la industria cannábica creció bajo protección estatal y que el país produce la misma droga que prohíbe mientras su mercado ilegal se mantiene saturado y estable sin que la agencia logre interrumpirlo. La coexistencia entre mercados legales y clandestinos revela un modelo donde la droga es parte del engrane económico y donde el Estado convive con esa normalidad porque de ella obtiene impuestos, negocios, financiamiento político y un margen de control social.
Los informes antes mencionados también señalan que Estados Unidos es el principal centro de lavado de dinero del narcotráfico internacional y que dentro de su territorio operan blanqueadores profesionales que prestan servicios a organizaciones criminales mediante criptomonedas, transferencias simuladas, empresas de papel, bienes inmobiliarios y mecanismos financieros a gran escala. La DEA desvía la atención acusando a sistemas bancarios clandestinos extranjeros para no admitir que el corazón del lavado está en su propio sistema financiero donde se juntan bancos, agentes bursátiles, compañías digitales y firmas legales que han convertido el blanqueo en un negocio integrado al funcionamiento del país.
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La DEA describe con lujo de detalles cada movimiento de los cárteles mexicanos, pero guarda silencio total sobre las estructuras internas del narcotráfico en Estados Unidos y omite cualquier referencia a funcionarios corruptos que facilitan el ingreso de drogas en la frontera sur en puertos, aeropuertos y corredores terrestres, lo cual sería imposible sin la complicidad del mismo imperio. Por otra parte, la agencia acusa a países vecinos pero nunca menciona la participación de sus propios agentes, lo que convierte ese silencio en una forma de encubrimiento y en una estrategia para mantener intacta la imagen intachable del país norteamericano mientras la droga circula con absoluta normalidad dentro de su territorio.
Otro dato revelador es la ausencia absoluta de Venezuela en los informes oficiales del mismo Estados Unidos, donde no aparece como productor, tampoco como ruta, y menos como lavador de dinero y ni siquiera como corredor secundario, lo que desmonta la actual narrativa de Trump al señalar a Nicolás Maduro como traficante de drogas y con ese pretexto militarizar el Caribe a punto de invadir al país bolivariano. Las rutas descritas por la propia DEA ubican la producción en Colombia, Perú y Bolivia y señalan que el traslado pasa por México, por una parte de Centroamérica y el Caribe, mientras las mayores incautaciones se concentran en California y en la frontera con México, lo que confirma que Venezuela no forma parte de la ruta y que la versión difundida contra el país ha sido construida desde intereses políticos y no desde datos reales.
Ni siquiera la figura del llamado Tren de Aragua aparece vinculada a operaciones internacionales de droga y su mención en los documentos es residual y sin rutas definidas, sin mapas, sin vínculos demostrados con cárteles del mundo, lo que deja claro que su inclusión responde a criterios políticos.
Lo mismo ocurre con el inexistente Cártel de los Soles, que no aparece en ningún registro de la DEA, ni en informes de inteligencia, ni en documentos previos, lo que demuestra que fue una construcción mediática diseñada para fabricar una amenaza donde no la hay y para justificar presiones diplomáticas y sanciones que jamás se sostuvieron en evidencia.
La propia Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ha señalado que Venezuela no es productor de estupefacientes y que no figura entre los principales corredores del tráfico internacional, lo que en conjunto con los informes de la DEA confirma que no existe un vínculo estructural entre el país y la economía del narcotráfico. Esta coincidencia entre organismos internacionales y la agencia estadounidense derriba el discurso que intentó presentarlo como un Estado narco y lo ubica como víctima de una campaña de desinformación orientada a debilitar su soberanía y golpear políticamente a un gobierno independiente, pero peor aún ahora Trump no solo lleva a cabo ejecuciones extrajudiciales en el Caribe, sino que se ha convertido en un ladrón, como lo demuestra el caso del barco petrolero que recientemente fue robado de las costas venezolanas sin argumentar absolutamente nada.
El caso de Paul Campo sirvió para revelar lo que durante años se manejó en voz baja dentro de la agencia antidrogas. Campo, exsubjefe de Operaciones Financieras de la DEA, no solo conocía la arquitectura del lavado de dinero, sino que además la diseñaba. Hoy enfrenta cargos por utilizar ese mismo conocimiento para mover millones en criptomonedas, participar en la compra de cientos de kilos de cocaína y actuar como engranaje interno del Cártel Jalisco Nueva Generación, que el propio Estados Unidos cataloga como grupo terrorista, aquí se cumple aquel dicho que dice: “pusieron al ratón a cuidar el queso”.
El especialista en detectar desvíos terminó operando como un lavador profesional, amparado por el mismo sistema que decía combatir.
Pero el expediente de Campo no es el primero ni será el último. Desde 2015, al menos 16 agentes de la DEA han sido acusados por delitos que incluyen narcotráfico, filtración de información, protección a delincuentes, uso indebido de fondos y lavado de dinero. Algunos fueron condenados, otros esperan sentencia y varios fueron obligados a jubilarse, por su lado la corrupta institución intentaba vender que esas personas se habían retirado administrativamente. Pero hay otros casos que también salen a la luz, como los de Manny Recio y John Costanzo Jr., exagentes que convirtieron bases de datos confidenciales en un negocio clandestino, cobrando por filtrar información sensible y lucrando con lo que debía servir para proteger investigaciones. Estos hechos muestran que la corrupción se volvió una normalidad y pasó a formar parte del funcionamiento interno de la agencia.
Y siguen los casos, la propia estructura operativa de la DEA también quedó expuesta cuando exagentes como Manny Recio y John Costanzo Jr. transformaron bases de datos confidenciales en un negocio clandestino. Según los expedientes judiciales, accedieron a información sensible, la filtraron a abogados en Miami y cobraron pagos que incluyeron teléfonos desechables, boletos de avión y adelantos para la compra de condominios, en otras palabras, lo que debía ser un sistema para proteger investigaciones se convirtió en una fuente de lucro personal. Con todo lo que hemos expuesto por aquí nos queda muy claro que esta agencia que se presenta como el policía del mundo contra el narcotráfico terminó corrompiéndose a sí misma y creando su propia economía ilícita desde adentro.
Esta entrada fue modificada por última vez el 13 de diciembre de 2025 a las 12:36 PM



