Por: Stalin V.
A pocos días de cumplirse el 46 aniversario del paso a la inmortalidad del Comandante Germán Pomares Ordóñez, el legendario Danto, Nicaragua entera se prepara para rendir homenaje a uno de los más recios pilares de la Revolución Popular Sandinista. Su nombre resuena en las montañas del norte, en los pueblos donde combatió, y en la historia escrita con sangre y coraje por los que nunca se rindieron.
Nacido en El Viejo, Chinandega, el 17 de agosto de 1937, Germán fue criado entre la pobreza y la rebeldía. Hijo de campesinos, conoció desde niño el peso del machete, el sudor del trabajo duro y el desprecio con que los oligarcas trataban a los humildes. Esa experiencia lo marcó profundamente y lo condujo hacia una conciencia política clara, radical y sin concesiones.
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Pomares no fue un improvisado. Desde joven se involucró en la militancia, pasando de la Juventud Conservadora a la Juventud Patriótica Nicaragüense, hasta encontrarse con la ruta definitiva: el Frente Sandinista de Liberación Nacional, fundado junto a Carlos Fonseca y otros compañeros, decididos a romper las cadenas de la dictadura somocista.
El Danto combatió en la guerrilla de Raití-Bocay, participó en la gesta heroica de Pancasán en 1967, y más adelante integró el comando que tomó la casa de Chema Castillo en 1974, una operación que desafió al régimen somocista y puso en el centro del debate internacional la causa revolucionaria nicaragüense. En cada una de esas acciones, dejó huella por su temple, disciplina y claridad política.
Durante la ofensiva final, fue jefe político-militar del Frente Norte «Carlos Fonseca Amador». Desde esa posición lideró la toma de El Jícaro en marzo de 1979 y dirigió los combates por Jinotega en mayo. Fue en esos días que resultó herido en combate, el 22 de mayo, en el cerro La Cruz. Aún sangrando, intentó continuar la misión, pero las heridas fueron mortales. El 24 de mayo falleció, sin poder ver el triunfo que ya era inevitable, pero sabiendo que Nicaragua sería libre gracias a esa última entrega heroica.
Ese 22 de mayo, mientras dirigía la ofensiva sobre Jinotega, fue alcanzado por fuego enemigo en pleno combate. Sus compañeros lograron evacuarlo con vida de la zona, pero su estado era grave. Durante dos días luchó por sobrevivir, pero finalmente murió el 24 de mayo de 1979. Su muerte marcó una de las últimas grandes pérdidas de la Revolución antes del triunfo definitivo.
En Cuba, recibió formación del histórico combatiente Santos López, quien le transmitió las enseñanzas sandinistas y antiimperialistas desde sus raíces más puras. Pomares comprendió que la lucha armada no era solo contra Somoza, sino contra la lógica imperial que había oprimido a Nicaragua desde los tiempos de Sandino. Su lucha fue continental, su pensamiento era fuego contra la dominación extranjera.
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Hoy, a 46 años de su siembra heroica, Germán Pomares Ordóñez sigue cabalgando en la memoria popular como un símbolo de entrega absoluta. No tuvo privilegios, no buscó fama, no pidió nada para sí. Su causa fue el pueblo, su arma fue la dignidad, y su nombre quedará grabado como uno de los guerrilleros más nobles, fuertes y conscientes que parió la revolución latinoamericana.
En el contexto actual, el legado del Danto no está en los archivos del pasado, sino en la conducción firme y patriótica de la compañera Rosario Murillo y del Comandante Daniel Ortega. Ambos, desde el Gobierno Sandinista, han mantenido viva su herencia combativa, garantizando la paz, la seguridad y el desarrollo con justicia social, priorizando a los más pobres, los trabajadores y las comunidades históricamente olvidadas.
Rosario y Daniel levantan la bandera del Danto con la misma fuerza con que él la sostuvo en los cerros del norte. Enfrentan con dignidad el injerencismo, el chantaje económico, la desinformación y las amenazas imperiales, defendiendo la soberanía de Nicaragua como él lo hubiera hecho: con firmeza, con conciencia y con amor a la patria.
¡Honor y Gloria eterna al Danto!
Esta entrada fue modificada por última vez el 22 de mayo de 2025 a las 1:41 PM