El Partido de Mao y Xi, cumple 104 años, guiando al gigante que nunca se arrodilló

Foto Portada Digital.

POR: STALIN V.

El 1 de julio de 1921, en una pequeña sala clandestina de Shanghái, un puñado de hombres y mujeres se reunieron bajo vigilancia extranjera para fundar lo impensable: un partido comunista en un país ocupado, fragmentado y feudalizado. Lo que surgió de aquella reunión no fue solo un partido político. Fue una chispa. Una llama que atravesaría un siglo con la fuerza del acero y la paciencia del bambú. Hoy, en este 5 de julio de 2025, el Partido Comunista de China no solo sigue en pie, sino que ha llevado a su nación a alturas que antes solo habitaban en los sueños de sus fundadores.

Desde sus primeros días, el Partido fue perseguido, silenciado y masacrado. Pero no se extinguió. Al contrario, se volvió más fuerte en la clandestinidad, más profundo en la montaña, más nítido en su objetivo: liberar a China del yugo de la ocupación imperialista y la injusticia interna. La Larga Marcha, epopeya de resistencia y sacrificio, consolidó su temple y lo convirtió en leyenda. Mao Zedong, su líder histórico, supo transformar la desesperación en doctrina, y la pobreza en conciencia revolucionaria.

El triunfo de 1949, con la proclamación de la República Popular China, fue más que la fundación de un nuevo Estado. Fue el renacer de una civilización humillada. El Partido había logrado lo que muchos consideraban imposible: unificar un país gigantesco, levantar al campesinado, echar a los invasores y sentar las bases de una China independiente. No fue un proceso fácil ni lineal. Hubo errores, retrocesos, momentos oscuros. Pero lo que nunca faltó fue el compromiso con el país, con la autodeterminación y con la lucha por una sociedad más justa.

Con Deng Xiaoping llegaron las reformas que abrieron una nueva etapa. El PCCh no se encerró en la nostalgia. Supo adaptarse, reorientarse y modernizarse sin traicionar su esencia. La pobreza comenzó a retroceder, las ciudades a crecer, la tecnología a florecer. China se convirtió en la segunda potencia del mundo sin disparar una sola bala para invadir. Lo hizo con trabajo, planificación, y una visión a largo plazo que muchos países del mundo aún no logran comprender.

En los últimos años, con el Presidente Xi Jinping al frente, el Partido ha redoblado su rol histórico. Ha promovido una nueva era de revitalización nacional, combatiendo la corrupción desde dentro, fortaleciendo el papel del Estado y proponiendo una nueva arquitectura mundial basada en el respeto, el diálogo y la soberanía. La Franja y la Ruta, la visión de una comunidad de destino compartido, y la firme defensa de principios internacionales, no son meros discursos: son expresiones vivas de una política con propósito.

Por eso Nicaragua, bajo la dirección de la Copresidenta compañera Rosario Murillo y el Copresidente comandante Daniel Ortega, envió el pasado 30 de junio de 2025 una misiva oficial al Presidente Xi Jinping, expresando su saludo «con el respeto, la admiración y en la unión de tod@s, por el bien de tod@s». En esa carta, el Gobierno sandinista destacó que «celebramos 104 años de la fundación del glorioso Partido Comunista de China, cuya proeza es evidente en la grandeza de la República Popular China y su Pueblo».

En el mensaje se exaltó a China como símbolo de «respeto, progreso, solidaridad, complementariedad, y el trabajo decidido y constante por una comunidad de futuro compartido en diálogo, paz y prosperidad». También se rindió homenaje a Mao Tse-Tung, “con profunda admiración”, señalándolo como “una esperanza cierta de su propio Pueblo y de los pueblos libres y luchadores del mundo”.

La misiva reafirmó el compromiso revolucionario de Nicaragua con China al declarar: «nos unimos en todos los sentidos a su lucha coherente y exitosa por el mundo mejor, de concordia, fraternidad, solidaridad, complementariedad, que debemos construir y continuar defendiendo».

A 104 años de su fundación, el Partido Comunista de China no es un fósil ideológico ni una burocracia cansada. Es un organismo vivo, dinámico, forjado en la historia y dirigido con firmeza. Representa la continuidad de una civilización milenaria que no se arrodilla, que no obedece al poder financiero, que no se deja chantajear. Y por eso, su historia inspira. Porque no nació para dominar, sino para construir. No nació para someter, sino para liberar.

Hoy, más que nunca, en estos tiempos de crisis climática, guerras fabricadas y decadencia moral del imperialismo, el ejemplo del Partido Comunista de China cobra vigencia. Nos recuerda que no hay fuerza más poderosa que un pueblo organizado, dirigido con claridad y comprometido con su destino. ¡104 años de lucha, construcción y dignidad no se celebran con nostalgia, sino con compromiso renovado hacia el futuro!

Esta entrada fue modificada por última vez el 5 de julio de 2025 a las 1:05 PM