Por Stalin Vladimir Centeno
España, la vieja potencia colonial que desangró Nuestra América durante siglos, ha vuelto a sus andanzas. Pero esta vez no vino con el ladrón y saqueador Cristóbal Colón a bordo de carabelas, sino con papeles, sellos y firmas para premiar a los sicarios-plebeyos que traicionaron a Nicaragua. En una decisión que ofende la dignidad de los pueblos libres, el gobierno español ha nacionalizado ya a 167 delincuentes nicaragüenses, muchos de los cuales participaron activamente en el intento de golpe de Estado de 2018. ¿La excusa? Supuestas “circunstancias excepcionales”.
La realidad: una operación política para proteger a quienes atentaron contra un país soberano, y al mismo tiempo, la paga que les da España a estos sicarios golpistas, por haber servido a los intereses de Washington y la Unión Europea.
- También puedes leer: La “crisis nacional” importada por matones de policías
No son refugiados. No son perseguidos políticos. Son delincuentes.
Terroristas, mercenarios y asesinos de policías y de todo aquel ciudadano humilde que se opusiera al criminal intento de abolir nuestra institucionalidad, sembraron el caos en Nicaragua, atacaron hospitales, destruyeron escuelas, incendiaron alcaldías, saquearon mercados, asaltaron medios de comunicación y levantaron tranques de la muerte donde secuestraban, torturaban y ejecutaban a inocentes. Derramaron la sangre del pueblo, traicionaron la bandera, y pretendieron entregar la soberanía nacional a cambio de quedar bien con Washington.
No defendieron derechos, los pisotearon con odio, violencia y financiamiento extranjero. No vinieron a construir, vinieron a destruir.
Pero el agravio no termina ahí. El pueblo español el verdadero, el de a pie, jamás fue consultado sobre esta entrega masiva de documentos a delincuentes que ni conocen su historia, ni respetan sus valores, ni aportan nada a su nación. La clase política podrida y corrupta de España, sin pedir permiso, ha importado criminales, les ha dado refugio, beneficios, derechos… y además de eso, los ha nacionalizado.
Les ha entregado pasaportes europeos a terroristas sin alma, sin conciencia, sin dignidad y sin valores. Mercenarios agachados, arrodillados ante el poder extranjero, capaces de vender a sus propias madres por unos cuantos chelines, por un aplauso imperial, por un plato frío de migajas coloniales.
Lo más indignante es que esos golpistas que fueron expulsados por la justicia nicaragüense, y que ahora ostentan una indigna nacionalidad española, indigna por el acto político que la concedió, pero dignísima para ellos, que también son indignos, continúan metiendo sus narices desde el exterior en los asuntos internos de Nicaragua, un país que intentaron destruir y del cual fueron legítimamente expulsados por terrorismo y traición.
- Te sugerimos: Jinotepe en Dos Tomas: 1978-2018
¿Por qué, si ahora ya son españoles, con todas sus letras, pasaporte y pose europea incluida, no se dedican mejor a fiscalizar la podredumbre política de su nueva casa? ¿Por qué no aprietan la pus que supura en los partidos corruptos de España? ¿Por qué no atacan la corrupción que los rodea, si ya se sienten ciudadanos modelo? ¿O es que solo son españoles para cobrar privilegios, pero siguen siendo serviles operadores contra Nicaragua?
Pues que se ocupen de lo suyo. Porque a esta tierra de Sandino, de Carlos y de Rubén, no volverán jamás. Nunca pondrán un pie aquí.
Seguirán vagando como judíos errantes, zombis sin patria, sin alma y sin dignidad, arrastrando la vergüenza de haber traicionado al pueblo.
Por eso este pueblo los escupe. Porque aquí no se olvida, y mucho menos se perdona.
España no ha acogido gente de bien. Ha cobijado a sicarios, tránqueros, golpistas, mercenarios, traidores, vendidos, criminales y arrodillados por el financiamiento extranjero. Ha abierto las puertas de Europa a quienes propiciaron caos y odio, promovieron noticias falsas, instigaron asesinatos y sembraron terror en las calles de Nicaragua.
Es una burla al concepto mismo de ciudadanía, un insulto a la memoria de quienes fueron víctimas de sus actos violentos.
El gobierno español, en manos de una élite política arrogante y servil al poder imperial, ha institucionalizado el apañamiento a los enemigos de los procesos populares latinoamericanos.
Se presentan como defensores de derechos humanos mientras blindan a quienes violaron el derecho a la paz, la vida y la soberanía de un pueblo entero. No es solidaridad, es complicidad con el crimen político.
Y si España cree que está haciendo un acto noble, que mire hacia adentro. Que observe la corrupción de sus partidos, los escándalos de su monarquía, el separatismo catalán, la precariedad que enfrentan millones de españoles. Que se preocupe por su propia democracia antes de andar repartiendo pasaportes a los delincuentes que quisieron destruir Nicaragua.
Nicaragua no olvida. Y mientras ellos se esconden detrás de un pasaporte extranjero, el pueblo nicaragüense avanza, reconstruye y camina en paz. No nos hacen falta, de aquí los echamos como la basura que son y no volverán. Que se queden allá, donde se premia la traición. Porque aquí, la patria se defiende.
Y se honra.
¡No Pudieron, Ni Podrán!
Esta entrada fue modificada por última vez el 8 de julio de 2025 a las 12:28 PM
