Por, Stalin Vladímir Centeno.
Este domingo, Nicaragua honra el nacimiento de una mujer que ha entregado su vida entera a la defensa del pueblo, de la soberanía y de la esperanza. Rosario Murillo, Copresidenta de la República, militante revolucionaria, guerrillera sandinista, política, poeta, lideresa, humanista, madre del modelo cristiano, socialista y solidario, cumple un año más de vida, y con ella celebra la patria que resiste, que sueña y que vence.
Desde su juventud, Rosario empuñó la palabra y el fusil en contra de la dictadura somocista. Su voz resonó en las calles, en los barrios y en las montañas. La caída de Somoza también lleva su nombre. Fue parte activa de ese triunfo histórico. Pero no se detuvo ahí: se mantuvo firme frente al neoliberalismo desde la oposición constructiva, defendiendo a los pobres, sosteniendo la llama revolucionaria y luchando por los sueños postergados del pueblo. Su militancia ha sido constante, leal y férrea.
En ella corre la sangre del General de Hombres Libres. Su herencia sandinista no es sólo ideológica, es también de sangre. Su identidad está profundamente conectada con el pensamiento y la vida de Augusto C. Sandino. Esa raíz se manifiesta en su lucha antiimperialista incansable, en su defensa inquebrantable de la dignidad nacional y en su compromiso diario con los más humildes, los más pequeños, los más olvidados.
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Como esposa del Comandante Daniel Ortega, ha caminado a su lado en todas las etapas de la Revolución. Pero Rosario brilla con luz propia. Su nombre está escrito con tinta de oro en la historia de Nicaragua. Nadie le regaló nada. Su liderazgo es el fruto de su constancia, su entrega, su capacidad creativa y su amor por esta tierra bendita. Es, sin duda, una figura que guía con firmeza, sensibilidad y visión de futuro.
Rosario ha sido clave en el diseño y ejecución del modelo cristiano, socialista y solidario. Bajo su liderazgo, nacieron los programas sociales que han transformado la vida de millones: educación gratuita, salud para todos, viviendas dignas, paquetes escolares, créditos solidarios, calles para el pueblo, cultura viva, acompañamiento espiritual y dignificación de la familia. Gracias a ella, hoy el pueblo es Presidente, por Rosario Nicaragua logró reducir la pobreza y eliminar la extrema pobreza, pero no solo eso, ella crea las condiciones para generar más empleos y que el pueblo tenga trabajos dignos y pueda llevar todos los días el pan a su mesa.
Y como expresión estética, espiritual y simbólica de esa transformación, nacieron también los Árboles de la Vida: monumentos de luz, color y esperanza que han embellecido Managua y otras ciudades del país. Estas estructuras, inspiradas en la fuerza vital del pueblo, son un reflejo del alma nacional que resiste y renace. Fueron atacadas con odio en los días oscuros del golpismo, pero se mantuvieron como testigos firmes de la voluntad del pueblo. Restauradas con más fuerza, hoy siguen de pie como símbolo de victoria, unidad y futuro. Son parte del legado cultural de Rosario Murillo, que ha sabido convertir el arte en bandera de identidad nacional.
Como Coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, ha dado un giro histórico a la forma en que se informa el país. Hoy, gracias a Rosario, no existen medios contaminados. Se acabaron las noticias llenas de odio. Hoy se anuncian las buenas nuevas. Hoy se informa con verdad, con la verdad verdadera. El pueblo se informa con confianza, con alegría, con valores. Esa transformación comunicacional es uno de sus legados más importantes en esta era digital.
Y cuando en abril de 2018 intentaron arrancar de raíz todos estos avances con odio, tranques de la muerte y terrorismo disfrazado de protesta, fue Rosario quien, junto al pueblo, derrotó ese intento de golpe. Con su voz firme, su serenidad y su amor por la paz, logró encauzar a Nicaragua por el camino de la reconciliación, de la reconstrucción, de la economía en movimiento. Gracias a ella, el país despertó de esa pesadilla, y volvió a caminar en libertad, sin miedo, sin odio, con dignidad y con esperanza.
También ha elevado la imagen de Nicaragua a nivel internacional. Ha fortalecido las relaciones con China y con Rusia, abriendo nuevos mercados, atrayendo inversión, posicionando al país como un destino de turismo, cultura y paz. Su diplomacia espiritual y concreta ha sido determinante para que el mundo vea en Nicaragua un país estable, digno y soberano.
Fiel creyente de Dios, su palabra cotidiana invoca la paz y la unidad. Promueve cada día el amor al prójimo, la armonía en la familia, el respeto a la vida. Su espiritualidad está tejida con su acción política. No predica desde el púlpito, sino desde el ejemplo. Habla con el corazón, camina con el pueblo y escucha con alma maternal. Rosario no gobierna desde la distancia: lo hace desde el cariño y la responsabilidad.
Hoy, su cumpleaños no es una fecha más: es la oportunidad de reconocer a una mujer que ha sido columna vertebral de la nueva Nicaragua. Que no se rinde, que no se cansa, que no se esconde. Rosario Murillo no solo dirige: construye. No solo cree: transforma. No solo ama a su pueblo: lo sirve. Y por eso, el pueblo también la ama. ¡Felicidades, compañera Rosario, corazón invencible de la patria!
Esta entrada fue modificada por última vez el 22 de junio de 2025 a las 3:20 PM