Irán, no está solo: Nicaragua, está con los pueblos que no se arrodillan

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POR: STALIN V. 

La copresidenta de Nicaragua, compañera Rosario Murillo, junto al copresidente comandante Daniel Ortega, alzaron la voz de nuestra nación con claridad meridiana: Nicaragua condena enfáticamente la temeraria agresión del Gobierno de Israel al Pueblo y Gobierno de la República Islámica de Irán. La denuncia es coherente con los principios históricos de soberanía, legalidad internacional y defensa de la paz mundial. Desde Managua se alertó al mundo: esta ofensiva de Israel puede desencadenar una guerra de consecuencias incalculables para toda la humanidad.

El ataque aéreo lanzado por Israel contra Irán, en la madrugada del 13 de junio, no fue ni un accidente ni un error de cálculo. Fue una acción deliberada, quirúrgica y criminal que apunta al corazón de la estabilidad regional. Los objetivos fueron claros: asesinar a militares de alto rango, científicos clave en el desarrollo estratégico iraní y dañar instalaciones civiles. No es la primera vez que Israel actúa así: en Gaza ha masacrado miles de niños; en Siria bombardea con impunidad; y ahora desafía directamente a Teherán. El Estado israelí ha cruzado todos los límites, actuando como el brazo armado de la impunidad occidental en Medio Oriente.

La copresidenta Rosario y el comandante Daniel, en nombre del pueblo nicaragüense, denunciaron esta escalada como una amenaza directa contra la paz y la humanidad entera. La agresión no solo viola el derecho internacional, sino que constituye una afrenta directa al principio de soberanía. Mientras algunos gobiernos callan o justifican, Nicaragua se mantuvo firme en su condena categórica y en su solidaridad total con el pueblo iraní.

El debate sobre el programa nuclear iraní ha sido manipulado por décadas. Irán ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), se ha sometido a múltiples inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica, y hasta hoy no existe una sola prueba concluyente de que busque fabricar armas nucleares. Sin embargo, sufre sanciones, amenazas, sabotajes y agresiones.

En contraste, Israel posee entre 80 y 400 ojivas nucleares, no ha firmado el TNP, y no acepta inspección alguna. Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia, China, India, Pakistán y otras potencias mantienen arsenales nucleares activamente. ¿Por qué solo Irán debe desarmarse? La respuesta es geopolítica: Irán no se somete. Defiende a Palestina. Rechaza las bases militares extranjeras. Y sobre todo, mantiene un modelo soberano, sin tutelaje imperial.

En ese contexto, el derecho de Irán a enriquecer uranio es legítimo, constitucional, y conforme al marco internacional. Negárselo es parte de una estrategia más amplia para debilitar su autonomía científica, energética y militar.

En las últimas semanas, Irán se sentó a dialogar con Estados Unidos, bajo la promesa de reiniciar conversaciones sobre el programa nuclear. Fue un movimiento diplomático legítimo, basado en la buena fe. Pero mientras Irán apostaba por la vía pacífica, Donald Trump conocía con antelación la operación militar que Israel preparaba. Fue una trampa. Una jugada doble.

Mientras los diplomáticos iraníes hablaban, los cazabombarderos israelíes se armaban. Mientras los negociadores debatían plazos para la reducción de enriquecimiento, los blancos en Irán ya estaban seleccionados. El resultado fue un ataque traicionero que mató civiles, militares, científicos y que buscó provocar una guerra para la cual Israel ya estaba posicionado.

La respuesta de Irán fue inmediata. Este 13 de junio, misiles balísticos iraníes impactaron puntos militares estratégicos en los alrededores de Tel Aviv. Fue una reacción medida, defensiva y proporcional. No fue un acto de agresión, sino de legítima defensa. Como lo expresó con claridad el Líder Supremo, Ayatolá Ali Jameneí: “Israel comenzó esta guerra, y este enemigo no quedará impune.”

Es el momento de hablarle al mundo con firmeza. Las Naciones Unidas tienen la obligación de actuar. El Consejo de Seguridad no puede seguir paralizado por el veto estadounidense, mientras uno de sus aliados desestabiliza una región entera. El silencio ante Israel no es neutralidad: es complicidad.

Nicaragua, firme en su vocación de paz, lo reitera: urge un alto total a las agresiones israelíes, el respeto irrestricto a la soberanía de Irán y una salida diplomática real, no hipócrita. El mundo no puede seguir funcionando bajo la ley del más fuerte.

Ni Estados Unidos, ni Israel, ni la OTAN podrán frenar el nacimiento de un nuevo orden mundial que ya se abre paso con pasos firmes y definidos. Un orden basado en el respeto entre naciones, en la cooperación multipolar y en la soberanía de los pueblos. Rusia, China, Irán y otras potencias emergentes están trazando el camino hacia un equilibrio internacional que ya no se rige por imposiciones ni chantajes. Y Nicaragua, con la dignidad que la ha caracterizado siempre, respalda ese nuevo paradigma global que sustituye el caos por la paz, la agresión por el diálogo, y la dominación por la justicia entre Estados soberanos.

Esta entrada fue modificada por última vez el 14 de junio de 2025 a las 3:01 PM