La reaccion fascista ante el nuevo orden mundial

Imagen Archivo - Referencia / Opinión Canal 4.

Por: Stephen Sefton

En abril 1944 en un artículo publicado en el New York Times, “El peligro del fascismo americano”, Henry Wallace, Vice Presidente de Franklin Roosevelt, escribió sobre el fascismo norteamericano, “El fascista americano preferiría no usar la violencia. Su método es envenenar los canales de la información pública”.  Esta breve cita del artículo de Henry Wallace ofrece tres importantes lecciones. Primero, el argumento que el fascismo no prospera en los Estados Unidos norteamericanos fue falso en aquel entonces y ha sido falso desde aquel momento histórico. Segundo, el fascismo asume diversas formas y expresiones conforme con su entorno. Y tercero, los métodos fundamentales del fascismo son la violencia, el odio y la mentira.

Las diversas variedades del fascismo intentan camuflarse promoviendo la falsa idea que el fascismo es algo del pasado, que fue derrotado definitivamente en la Segunda Guerra Mundial, y luego en los años 1970s en Europa y, en América Latina, en la década de los 1980s. Se trata en Europa de las transiciones políticas a la pseudo-democracia electoral en España, Grecia y Portugal y, en América del Sur, de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Junto con la falsa creencia que el fascismo es algo del pasado, se promueve la falsa idea que los regímenes fascistas se caracterizan por ser dictaduras militaristas que promueven una ideología xenofóbica y chovinista y se proyectan por medio de desfiles de fanáticos uniformados.

Como comentó la semana pasada nuestro Canciller en el Acto de Conmemoración del 80 Aniversario de la Victoria sobre el Fascismo, “Los pueblos libres del mundo somos conscientes de las nuevas formas que toma el Fascismo, pero su esencia racista y criminal sigue siendo la misma, que fue derrotado por el Pueblo Soviético hace 80 años y cuyas provocaciones y pretensiones de hoy también están siendo derrotadas por el Valiente y Heroico Pueblo y Gobierno de la Federación de Rusia.” De hecho, desde el tiempo de Mussolini en Italia, la principal característica material del fascismo ha sido la sigilosa fusión de los intereses económicos de las élites empresariales con el poder represivo del Estado.

En nuestros tiempos, las élites fascistas han mostrado que son muy adeptos en la manipulación de los sistemas electorales y los abusos constitucionales. Aun cuando sus expresiones políticas pierden el gobierno en elecciones, las fuerzas fascistas sostienen su agenda política por medio del poder judicial, una presencia significativa en el poder legislativo y su dominio de los medios de comunicación y las plataformas digitales. Sus características esenciales son la intolerancia de las legítimas expresiones democráticas de los sindicatos o las organizaciones campesinas e indígenas, la represión de amenazas a los intereses de las élites, la exclusión y discriminación contra las minorías étnicas y las personas migrantes, la agresiva violencia represiva, la cínica manipulación del odio y del miedo, y el sistemático abuso de los medios de comunicación para difundir categóricas mentiras como si fueran verdades.

Durante muchos años se ha visto esta realidad muy claramente en la falsedad, la saña, la maldad y el odio de la oposición golpista en Venezuela y Nicaragua, lo cual demuestra cómo las élites locales del mundo mayoritario reproducen las características de sus amos occidentales, ya que el fascismo es el engendro natural del colonialismo y del neocolonialismo. En los países imperialistas, los grandes poderes de la OTAN, el fascismo que se sostenía latente en diferentes formas y grados ha vuelto con mucha fuerza al primer plano desde hace más de veinte años. En América Latina, notoriamente en este momento, el fascismo se despliega abiertamente en Argentina, El Salvador, Ecuador y Perú.

Las expresiones más explícitas de este resurgimiento del fascismo han sido, a nivel nacional, la progresiva profundización de la precariedad económica para la mayoría de la población y, en el exterior, la guerra de los países de la OTAN contra Rusia en apoyo a los simpatizantes nazis en Ucrania. También, los países europeos y norteamericanos apoyan el genocidio sionista en Palestina, lo cual sus gobiernos podrían terminar inmediatamente si hubiera voluntad política para cumplir con las normas básicas del derecho internacional. Este abierto fascismo occidental y el absoluto colapso moral que significa, corresponden al acelerado declive del poder norteamericano y europeo relativo a las nuevas alternativas comerciales, financieras y tecnológicas ofrecidas al mundo mayoritario por China, Rusia y gobiernos afines.

A nivel regional en América Latina, la agresión del fascismo norteamericano y europeo y sus aliados locales requiere constantes medidas en defensa de la soberanía de nuestros países. No es coincidencia que los países revolucionarios Cuba, Nicaragua y Venezuela, los países que más han desarrollado sus lazos con la República Popular China y la Federación Rusia, han logrado superar las agresiones de los poderes occidentales y sus aliados regionales. Los gobiernos de otros países independientes como Bolivia, Honduras, México y Colombia bajo el gobierno de Gustavo Petro, luchan contra múltiples dificultades para defender su soberanía. México, por ejemplo, tiene una alta dependencia económica con EE.UU., adonde se destina 80% de sus exportaciones y de donde importa hidrocarburos que generan 60% de su energía eléctrica.

La manera en que el fascismo cambia sus expresiones políticas anda de la mano con su habilidad y capacidad para difundir el odio y las mentiras, lo cual se ha aumentado grandemente por medio del poder de las plataformas digitales y la inteligencia artificial. La era de las dictaduras militares se ha sustituido por los regímenes fascistas que abusan las formas de la pseudo-democracia electoral de múltiples maneras, incluyendo la ilegítima persecución legal de figuras políticas, el siniestro uso implacable de la guerra psicológica, el fraude electoral y, cuando sea necesario, la brutal violencia represiva. Igual que en la década de los 1980s, mucho comentario pretende crear una categoría de “gobiernos autoritarios” para exonerar las derechas nacionales de la naturaleza criminal del fascismo.

Esta fue la maniobra de Jean Kirkpatrick, asesora para asuntos exteriores al presidente Ronald Reagan, para limpiar la imagen de regímenes fascistas como los de Argentina, Brasil, Chile, El Salvador, Guatemala, Paraguay y Uruguay en ese tiempo. Ahora en Argentina, una figura como Javier Milei remplaza al General Videla. En Brasil, personas como Jair Bolsonaro representan la nostalgia de la extrema derecha por la era de Castelo Branco. En Perú, individuos en el gobierno como Dina Boluarte y sus cómplices imponen sus arbitrariedades de manera parecida al quehacer de Alberto Fujimori. En Ecuador el régimen de Daniel Noboa revive la crónica inestabilidad política que parecía haber sido superada por los gobiernos de Rafael Correa y la Revolución Ciudadana.

Todas estas iteraciones del fascismo en América Latina se caracterizan por la persecución de la legítima oposición patriótica, la represión y criminalización de la protesta pacífica, el abuso del poder a favor de los intereses de élite, el racismo, y la implacable guerra psicológica de mentiras sin fin para mantener desinformada y confundida a la población. Europa ofrece lecciones vitales para entender el alcance del fascismo contemporáneo, cómo cambia su forma mientras su esencia y sus métodos quedan iguales. En casi toda Europa los gobiernos afirman que siguen una versión u otra de la ideología socialdemócrata, con las aparentes excepciones de los gobiernos derechistas de Georgia Meloni en Italia, Viktor Orban en Hungría y de los países bálticos, Letonia, Estonia y Lituania.

Sin embargo, es el gobierno de Viktor Orban que ha quedado prácticamente solo en Europa, junto con el gobierno de Roberto Fico en Slovakia, en negar apoyo al gobierno de simpatizantes nazis en Ucrania. Tanto la dirigencia de la Unión Europea como los líderes de sus principales países miembros abogan por mantener su decidido apoyo a la guerra contra Rusia y rehúsan tomar acciones consecuentes para detener el genocidio sionista contra el pueblo palestino. Son la misma clase política de gobernantes que habitualmente aplican medidas coercitivas unilaterales y otras agresiones a países alrededor del mundo para impedir su desarrollo como Estados independientes en un mundo verdaderamente democrático.

Siempre han apoyado las fuerzas golpistas fascistas en Venezuela y Nicaragua, igual que dieron apoyo decisivo a los grupos terroristas pseudo-islamistas para derrocar los gobiernos legítimos de la Jamahiriya Libia y la República Árabe Siria. Ahora su demente obsesión fascista de querer vencer a Rusia, mientras dejan de asegurar el pleno desarrollo humano de sus propias poblaciones, ha provocado una crisis generalizada. Las fuerzas de extrema derecha aprovechan la crisis para proyectarse como defensoras de la libertad de expresión, de la estabilidad y bienestar económico, de la soberanía nacional. Es una variante de la paradoja política por medio de que gran parte de las mayorías que viven en la precariedad apoyan a las fuerzas políticas más reaccionarias por motivo de las falsas promesas de mayor libertad y mayor prosperidad.

Donald Trump ejemplifica este fenómeno, igual que Javier Milei en Argentina o Georgia Meloni en Italia. Llegando al gobierno, sencillamente profundizan su asimilación a los poderes fácticos en sus respectivos países para implementar las mismas políticas neoliberales que provocaron las crisis que aprovecharon para ganar las elecciones. El fascismo es un proyecto político global contra el cual el progresismo electoral está destinado a fracasar. Las élites reaccionarias en el mundo nunca aceptarán la creación de alternativas, ni a nivel nacional ni a nivel internacional, que garanticen y consoliden una genuina democratización socio-económica.

Ahora, el mundo mayoritario, liderado por China y Rusia, formula precisamente esas nuevas alternativas las cuales han demostrado de manera categórica su superioridad al capitalismo neoliberal. Es por ese motivo que nuestro Co Presidente Comandante Daniel comentó al fin de 2023, “Ya los yanquis y los europeos no hallan qué hacer, porque han metido tanques, aviones, municiones, miles y miles y miles de millones, donde debilitan su economía, debilitan al Pueblo europeo, debilitan al Pueblo norteamericano, pero están desesperados por tratar de derrotar a la Federación Rusa. Y el Presidente Putin ha sido muy claro, es una batalla contra el Nazismo, contra el Fascismo.”

Y como dijo nuestra Co Presidenta, la Compañera Rosario, en la celebración del 45/19 el año pasado, “Hoy, cuando la amenaza principal que vemos en el Mundo, es el Fascismo, es el Neocolonialismo, es la Voluntad Revolucionaria el único antídoto que tenemos los Pueblos del Mundo, que tenemos los Trabajadores, que tenemos los Latinoamericanos.”

Esta entrada fue modificada por última vez el 11 de mayo de 2025 a las 4:21 PM