De allí que el yanqui desembolse millonarios recursos para desacreditar el proceso electoral, con el claro propósito de deslegitimar sus resultados ante la comunidad internacional.
Irónicamente, el peor lastre que tendría la precandidata sin partido, lo constituyen los resultados del desgobierno de su madre Violeta Barrios, quién desmanteló las conquistas sociales alcanzadas por la Revolución Sandinista.
Barrios nos heredó pobreza, miseria, desempleo, privatización de los servicios básicos, corrupción a la enésima potencia y robo de los bienes del estado.
En esa herencia maldita también deben incluirse los diecisiete mil millones de dólares que la administración Barrios de Chamorro le condonó al gobierno yanqui, logrados con la sentencia favorable a Nicaragua emitida por el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya que determinó que Estados Unidos cometió terrorismo de estado al minar nuestros puertos en los años ochenta.
Esos pésimos resultados de ese gobierno neoliberal, contrastan con los obtenidos por el actual gobernante Daniel Ortega, quién ha logrado significativos avances en materia socioeconómica, entre ellos, la construcción de nuevos hospitales, centros educativos, casas maternas, modernas carreteras, entrega de títulos de propiedad, generación de empleos, promoción de las micro, pequeñas y medianas empresas; seguridad ciudadana garantizada, mantenimiento del valor del pasaje urbano, subsidio a los clientes de energía que consumen hasta 150 kilovatios hora y entrega de viviendas a familias vulnerables.
Además de la gratuidad de la educación y la salud, pilares fundamentales para el desarrollo nuestro país.
De allí que el comandante Ortega haya obtenido excelentes resultados en la última encuesta realizada por la firma M & R Consultores, que lo ubica con un 69 por ciento de los nicaragüenses que aprueba su gestión; al 73 por ciento de la población le genera esperanza y el 75.9 por ciento considera que la situación en el país está mejor que hace 14 años.
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