PYONGYANG – COREAS / En el marco del 80 aniversario de la fundación del Partido del Trabajo de Corea, el Camarada Kim Jong Un dirigió un inspirador mensaje a los delegados del acto festivo, a los ciudadanos de Pyongyang, a los compatriotas en el extranjero y a los amigos del mundo que celebran junto al pueblo coreano esta histórica fecha.
A continuación, menaje integro del Presidente la República popular Democrática de Corea:
Discurso del estimado Camarada
Kim Jong Un, Secretario General del
Partido del Trabajo de Corea y Presidente
de Asuntos Estatales de la República
Popular Democrática de Corea
Octubre de 2025
Delegados del acto festivo por el aniversario 80 de la fundación del Partido, Queridos ciudadanos de Pyongyang y compatriotas radicados en el extranjero, Entrañables amigos que comparten con nosotros esta fiesta,
Compañeros: Pronto vamos a celebrar el aniversario 80 de la fundación de nuestro Partido y hoy evocamos una vez más esos sagrados años engalanando como un acto solemne esta fiesta histórica. Con ello, nuestra generación rinde el más sublime y sincero homenaje a la gran generación fundadora del Partido que operó un cambio trascendental para el destino del país y el pueblo.
Los últimos ochenta años de la historia coreana contemporánea conducida por nuestro Partido se caracterizan por levantar en este territorio un prestigioso y poderoso Estado socialista, fiel al sueño e ideal del pueblo, por medio de la genuina continuidad y elevación del ideal y espíritu del periodo inicial de la fundación del partido y crear década tras década los grandes milagros y transformaciones que asombran al mundo.
En este momento de gran significación, quisiera expresar ante todo mi cordial agradecimiento a los delegados a la fiesta que han acudido a esta cita gloriosa con los frutos enorgullecedores de su extraordinario entusiasmo patriótico y lucha laboral. También congratulo y estimulo de todo corazón a todos los miembros del Partido, habitantes, oficiales y soldados de nuestro ejército quienes en todas las latitudes del país formulan sus mejores votos de éxito para este evento.
De igual forma, felicito calurosamente a los delegados de organizaciones en el extranjero que se encuentran de visita en la patria, entre ellas las delegaciones de felicitación de la Asociación General de Coreanos Residentes en Japón, la Asociación General de Coreanos Residentes en China y la Confederación Social Internacional de Coreanos y, por su conducto, saludo cordialmente a todos los compatriotas radicados en el extranjero.
En el acto festivo de hoy han participado también los jefes y personalidades de partido y gobierno de varios países y delegados de organizaciones democráticas internacionales que han visitado a Pyongyang en apoyo a nuestro Partido y con cálidos sentimientos fraternales hacia el pueblo coreano.
Les doy bienvenida a los preciados amigos que comparten con nosotros los sentimientos de hermandad celebrando juntos la significativa fiesta de nuestro Partido.
Compañeros y amigos: El octogésimo aniversario del Partido del Trabajo de Corea reluce por los perpetuos méritos que este ha realizado en ese prolongado periodo para la patria, el pueblo, la época y la historia.
La constitución de nuestro Partido fue un acontecimiento político que anunció, además del nacimiento de una organización política en un país, la aparición en la historia de un nuevo partido revolucionario que ratificaría la justeza del socialismo y demostraría su típica superioridad y poderío.
Desde el periodo de la construcción del Estado democrático, que coincidió con la fundación del Partido y el inicio de su dirección sobre el conjunto de las actividades estatales y sociales, hasta la fecha, el Partido del Trabajo de Corea ha sido fiel a su responsabilidad y papel de locomotora de la revolución y orientador de la ejecución de la política estatal y en este proceso ha logrado hazañas de gran relevancia histórica.
Al conducir a la victoria las transformaciones sociales de varias etapas enarbolando la bandera de la idea Juche, nuestro Partido ha concretizado un genuino país del pueblo investido de absoluto prestigio y poderío y una potencia que encarna de forma integral la idea y el ideal socialistas, así como ha hecho aportes sustanciales a la causa internacional para verificar la independencia y la justicia.
Fueron ocho decenios harto complejos y arduos, pero también dignificantes y gloriosos.
En ese transcurso hubo una guerra encarnizada para rechazar la invasión armada de la alianza imperialista y salvaguardar el suelo y la dignidad de la patria, una restauración para volver a edificar el país sobre las cenizas y recomenzar la vida y también unas revoluciones sociales que llevaron aparejadas la encarnizada lucha de clases y la eliminación del sectarismo en el seno del Partido.
Una vez instaurado el sistema socialista, a partir de las consideraciones geopolíticas de la avanzada en el enfrentamiento del progreso a la reacción y del socialismo al imperialismo, nosotros, cada vez más fieles a la misión de defendernos, tuvimos que impulsar enérgicamente la causa de la salvaguardia autodefensiva, afrontar con iniciativa y en forma de ofensiva el aislamiento y el estrangulamiento económicos que persistían siglo tras siglo y a la vez impulsar la colosal obra de la construcción socialista.
En particular, en medio de la conmoción política planetaria de la década de 1990 nos vimos obligados a preservar nuestra ideología y régimen y en la actual centuria construir paralelamente la economía y las fuerzas armadas nucleares frente a la creciente amenaza norteamericana de la guerra nuclear y dar un nuevo salto en la construcción socialista.
A lo largo de la historia y en la realidad, el mundo no conoce a ningún otro país forzado a simultanear el cumplimiento de las difíciles e ingentes tareas de la defensa y la construcción pese a la permanente y persistente presión, intervención y amenaza de agresión de las fuerzas externas.
De hecho, bajo esas circunstancias en que el solo hecho de sostener el poder y defender el sistema era de por sí un milagro, nuestro Partido asumió gustoso todas las tareas del tiempo y escribió una historia de cambios seculares allanando un camino que nadie había transitado.
Nuestro Partido ha avanzado ininterrumpidamente por la órbita invariable del socialismo superando, en cada periodo y etapa, los múltiples desafíos con líneas y estrategias científicas y en ese trayecto ha venido realizando exitosamente la causa histórica de construir un Estado soberano y poderoso.
Los acontecimientos significativos que ha registrado en sus anales y los cambios asombrosos con que acortó el tiempo exhiben el carácter científico y la vitalidad de la idea revolucionaria y líneas del Partido del Trabajo de Corea y muestran fehacientemente que con ellos se ha logrado un desarrollo tremendo y vertiginoso no solo en la política, la defensa nacional, la economía y la cultura sino también en las relaciones exteriores.
Por esas proezas inmortales el Partido del Trabajo de Corea se ha adjudicado las respetables denominaciones de Partido revolucionario, probado y experimentado, invencible Partido de acero y Partido que sirve verdaderamente al pueblo.
Todas estas proezas y nombres son inimaginables al margen de los éxitos preciosos que ha cosechado en su construcción.
Nuestro Partido presentó, como cuestión fundamental para el avance victorioso de la causa revolucionaria, la identificación ideológica y unidad organizativa de él y de la revolución y concedió la fuerza primordial a su implementación. Esto fue el factor fundamental de su elevada capacidad de mando y de la garantía de su mando concienzudo y consecuente.
Después de fundado el Partido, asegurar con firmeza la unicidad de ideología y dirección en su seno se presentó como un asunto apremiante de suma importancia para mantener la naturaleza revolucionaria y conducir a la victoria la ambiciosa revolución social y el conjunto de la construcción estatal.
No solo en el periodo inicial de la construcción del país sino también en la guerra y posguerra, nuestro Partido concedió prioridad a implantar el Juche en la ideología, armar a toda la militancia y el pueblo con su ideología rectora y líneas revolucionarias y fortalecer las organizaciones de base. Convirtió sus filas en el destacamento élite, potenció la combatividad y actividad de sus organizaciones a todas las instancias y combatió duramente la tendencia sectaria, por muy mínima que fuera.
Cada vez que se presentaban tareas importantes y se creaban dificultades en la revolución y construcción, nuestro Partido, incólume ante ninguna tempestad política, mantuvo la pureza ideológica y la integridad organizativa fomentando la consolidación organizativo-ideológica y generó virajes y auges radicales en la construcción socialista por medio de su gran combatividad y probada dirección.
Su papel de remolcador de la revolución se viabiliza por su dirección real y concreta.
Nuestro Partido estudió activamente y llevó a la práctica la metodología y rasgos de trabajo de movilizar al máximo el fervor revolucionario y la creatividad del pueblo mientras resolvía los problemas y superaba las dificultades que encaraba en el proceso revolucionario y constructivo.
Numerosos métodos de dirección revolucionarios y estilos de trabajo populares creados por él aglutinaron a las masas bajo una sola bandera, enardecieron el fervor revolucionario y patriótico y posibilitaron superar todas las dificultades con la fuerza del colectivismo de ayudarse y conducirse unos a otros y el heroísmo masivo, y obrar innovaciones sucesivas y milagros asombrosos.
A medida que continuaba su mandato y se sucedían las generaciones, nuestro Partido se mantuvo siempre alerta y vigilante ante el posible surgimiento de distintas manifestaciones entre los funcionarios como el brote del autoritarismo y la separación del Partido de las masas y trató de que en todo su seno predominara el espíritu de servicio incondicional al pueblo. Esto incidió decisivamente en que el pueblo confiara en él invariablemente y que confiara su destino al Estado socialista.
La lucha que nuestro Partido libró sosteniendo la bandera de la independencia y socialismo en desafío a disímiles dificultades y pruebas hizo un aporte excepcional a la causa común de la humanidad por la justicia y la paz.
El ejemplo que dio nuestro Partido con su plena confianza en la justeza de la causa socialista y la inevitabilidad de su victoria y su comprobación irrefutable, tanto en lo teórico como en lo práctico, de la veracidad científica de su ideal, frenó en gran medida las maquinaciones antisocialistas y contribuyó de forma destacada a la solidaridad y alianza de las fuerzas progresistas del mundo.
Hoy la intransigencia de nuestro Partido y Gobierno en la observancia del principio y su valerosa y contundente reacción a la brutal presión política y militar de los países enemigos acrecientan a ojos vistas el bloque progresista que se opone a la guerra y hegemonía. Con el decursar del tiempo nuestra República eleva su posición en la palestra internacional como integrante fiel de las fuerzas socialistas y bastión inexpugnable de la independencia y justicia.
Compañeros y amigos, La causa de un partido victorioso tiene una clave que le sirve de fundamento.
En resumidas cuentas, el Partido lo ha compartido todo con el gran pueblo.
La historia para el pueblo, la historia en que se ha apoyado en la fuerza del pueblo, he aquí la clave de todas las victorias y glorias de nuestro Partido.
Esa historia es la mejor portavoz de las ocho décadas de nuestro Partido. La clave de la historia de orientación ininterrumpida del Partido y su hazaña inmortal se pueden explicar con la mayor imparcialidad solamente con esta fórmula de eterna duración: «Con el pueblo».
Haber enarbolado en los primeros días de su fundación una bandera roja que encarna su ideal y voluntad de construir un mundo auténtico del pueblo fue el primer paso gigante que dio nuestro Partido con el pueblo y la demostración de su enorme fuerza.
No es nada ligera la bandera de nuestro Partido con la imagen de su pueblo, porque se responsabiliza del destino de este, le indica a toda hora el camino a la verdad, lo arma de la fuerza irresistible y encarna la inteligencia y creatividad inagotables de ese pueblo que propugna su avance hacia el futuro.
Si nuestro Partido no ha incurrido en ninguna desviación o error en su lineamiento a lo largo de sus 80 años se debe a que ha recogido la voluntad y la demanda del pueblo. Y si ha logrado un ascenso incesante, sin desanimarse ni detenerse un instante, se lo debemos a la inteligencia y la fuerza del pueblo que es su motor.
Por haber remolcado la historia con la voluntad y la fuerza del pueblo, toda la lucha revolucionaria y labor de construcción que ha llevado adelante con resolución se han convertido en las del pueblo y han culminado exitosamente.
Todos los acontecimientos importantes que garantizan la eterna victoria y éxito de nuestra causa los protagoniza el pueblo entero de este país, el gran pueblo coreano, que comprende a nuestros heroicos obreros, agricultores e intelectuales.
Hoy, nuestro pueblo emerge ante el mundo como ente poderoso capaz de vencer todas las dificultades y lograr todas las obras.
Los 80 años de mandato de nuestro Partido, en que este ha allanado un camino inexplorado uniendo el anhelo, la voluntad y la fuerza con el pueblo y en que ha realizado el ideal de la potencia con el pueblo y confundiéndose con él, enseñan una verdad a la época y la historia: Un partido arraigado en el pueblo y no por encima de él, un partido que tiene la misma aspiración y deseo que él, une la inteligencia y la fuerza con él y comparte con él las alegrías y penas, no se desintegra ni pierde nunca su viveza y brío.
Nuestro Partido no puede existir sin su pueblo y es grande porque lo es también el pueblo, esta fue, es y seguirá siendo una gran verdad inconmovible.
Quisiera agradecer una vez más a nuestro gran pueblo que durante estos largos ochenta años en que ha desbrozado el camino de la ardua pero sagrada causa socialista le ha dado fuerza e inteligencia a nuestro Partido, ha confiado con él en la victoria y le ha entregado su alma inmaculada y su laboriosidad.
Compañeros:En estos instantes significativos, vuelvo a leer en la vista del pueblo, con todo mi ser, la ilimitada confianza y esperanza que cifra en nuestro Partido.
Por contar con ustedes que apoyan y siguen incon-dicionalmente la decisión del Partido sobrellevando todas las dificultades, nuestro Partido tiene plena confianza de lo que hace y está firmemente convencido del triunfo.
Si trabajamos duro por unos años con el ímpetu de hoy, es del todo posible transformar notablemente nuestra vida con nuestras manos y acercarnos más a nuestra meta ideal.
Aprovechando esta oportunidad, les juro que siempre tendré presente el deber de corresponder al pueblo, atesorando el amor a él, y que trabajaré con más ahínco para no fallar a su confianza.
Confiando en el pueblo que apoya a nuestro Partido y siempre unido monolíticamente con el pueblo, haré más rico y hermoso a este país y levantaré el mejor paraíso socialista del mundo.
Compañeros: La gloriosa historia de 80 años de nuestro Partido nos alienta y nos impulsa a una lucha más dignificante y de mayor envergadura.
Avancemos redoblando el coraje y la fe por el balance de otra gran historia que será más gloriosa y digna que estos ocho decenios que el Partido y el pueblo comenzamos en un solo cuerpo y con un solo alma y adornamos con la victoria, y por la culminación definitiva de la causa socialista que hará realidad el sueño e ideal de nuestro pueblo.
Para terminar, le deseo paz y bienestar a nuestro amado pueblo.
Mis mejores votos de armonía y felicidad para todas las Familias del país.
¡Viva el gran Partido del Trabajo de Corea y el gran pueblo coreano!
Esta entrada fue modificada por última vez el 9 de octubre de 2025 a las 8:04 PM
