Proverbios VI: 16-19 (El Voto y la Paz)

“Ningún Estado o grupo de Estados  tiene derecho de intervenir directa o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos y externos de cualquier otro”. (DECLARACIÓN SOBRE PRINCIPIOS DE DERECHO INTERNACIONAL…)

I

La inútil contienda fratricida

que ajocha

la multimillonaria nomenklatura

del odio organizado en pleno

–la casta “patriótica”, maestra de la impostura

(es un deber decirlo), oportunistas de veneno

en pecho,

teólogos del Bajísimo

al acecho

que alborotan la concordia noche y día

y resto de gazmoños

de derrumbada soberanía–

si acaso pudiera retornar,

sus cuentas bancarias avituallaría,

pero el alma por ningún caído va a regresar.

 

¿Quién le hará caso a los patrañeros?

Ellos irán al frente,

¡claro que sí!, pero…

de sus trincheras cinco estrellas

allá en el extranjero,

a tomar, tan campantes,

osados riesgos en las rocas,

el humeante café por los anónimos velorios distantes

o Coca-Cola

para ver de lejos –sicofantes

con dormida adentro de injerencias

y agresiones flagrantes–,

cómo-va-la-cosa.

 

¿Quién está dispuesto

a descender al silencio del sepulcro

antes de tiempo,

en vez de los anti-15 de Septiembre


desovados

por su nueva Madre Plata?

¿O terminar mutilado

por la falta de escrúpulos

de los agentes ídem,

que únicamente “exponen”

su pellejo virtual

en foro-falacias,

redes sociales de manipulación,

formatos de inquina digital y papel,

fakes news,

teletoxinas tendenciosas,

desinformativos on line

y resto de plata-formas prebélicas

2.0 de los artífices

de la Guerra Mefistofélica?

 

He ahí la mega financiada posverdad,

que en el bajo mundo

de la exportación de ideales postizos,

lleva el rimbombante cartel

de “fortalecimiento democrático”.

(El paquete incluye monturas

narrativas con el fin de inventar

malvadas “dictaduras”

y un “Modelo para Desarmar

una Patria Completa”).

 

Ese es el cartel

con que se prefabrican, a control remoto,

“estallidos sociales” a la medida

de intereses foráneos

que, abusando del cinismo,

del fraude y del mismísimo siglo XXI,

intentan apartar al pueblo insumiso

de carne, hueso y patriotismo,

por “el pueblo unísono”

(Marca ACME)

de los monótonos “ismos”

litúrgicos del monolitismo. 

Es el viejo neocolonialismo

que no acepta el presente sin su ayer:

el elitario solio y el solitario cimborrio

de las desgracias del poder

solariego, que un solo coro      

una vez fueron

sin algún decoro.

 

¿Quién se sacrificará

por los que lucran (“luchan”, dicen ellos)

en los periplos intercontinentales,

con todos los caprichos pagados, amén…

de sus arsenales financieros estables,

y resto de verde-que-te-quiero-verde

derivados de su obra miserable?

Por lo tanto, no solamente la intervención armada sino también cualesquiera otras formas de injerencia o amenaza atentatoria a la personalidad del Estado, o de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen, son violaciones del Derecho Internacional”. (REFERENTES…)

II

Cardinal.

El voto bien contado

no hiere a nadie.

El voto evita lisiados.                   

El voto no mata…

El voto tampoco deja huérfanos, ni viudas,

ni madres, ni padres

que entierren a sus hijos…

 

 

El voto desarma

la inquina,

la discordia,

y la infamia

del cártel de soberanifóbicos

que sin amor al pendón Azul, Blanco y Azul,

y sin pensar en los demás,

fermentan la guerra

con los ayes de encarnizados ayeres

para sonar de nuevo

el pretérito Taps de la final corneta.

El voto convierte los campos

(y ciudades en llamas)

de las atroces batallas en urnas,

las armas en boletas,

el plomo en pluma

y el rugido del cañón en diálogo cívico.

Porque el voto…

no necesita una sola gota más

de sangre nicaragüense.

 

El voto es la hazaña

de la razón,

del otro y del nosotros, frente a la saña

de la mala calaña

de saldar, con la traición a la patria,

sus resentimientos  

filosos y enfundados

de mistificadas causas sin sentimientos;

y la fúnebre furia

de los funestos egos sumidos

en los suampos de su propia amargura,

ahí, donde quieren sepultar a la República amada

bajo la espuria blancura

de las biografías pintarrajeadas

de querubes criaturas.

“Ningún Estado puede aplicar o fomentar el uso de medidas económicas, políticas o de cualquier otra índole para coaccionar a otro Estado a fin de lograr que subordine el ejercicio de sus derechos soberanos y obtener de él ventajas de cualquier orden”. (A LAS RELACIONES DE AMISTAD Y COOPERACIÓN ENTRE LOS ESTADOS…)

III

Hoy

es el tiempo de la siembra

–en la era del mañana–

del voto que es paz y es trigo, 

y no la hora de los devotos de la cizaña

que siembran los falsarios testigos

y los báculos sin piedad

de los que denunció el Apóstol Pablo:

“Algunos, a la verdad,

predican a Cristo

por envidia y contienda…”.

 

El voto es palabra enarbolada

de compromiso con el amanecer;

la clara palabra que labra el alba alejada

del ocaso que desean imponer

inhumanos “ángeles de luz”,

quienes empuñando creencias

a conveniencia

y sin reconcomios,

malefician la realidad

peor que la industria del falso testimonio,

la distorsión y la perversidad.

 

Es el voto alzado de tu voz,

en vez de la bajeza de algunos desérticos

que aún se creen “presidenciables” por mandato de Dios,

solo por el decimonónico “mérito”

de nacer en cunas de encajes,

con derecho a disolver el Estado-Nación

y degradar a los ciudadanos en pajes.

 

Es, pues, el voto sincero

del probado demócrata

por encima del hipócrita y artero

oligócrata

que deja al ladrido de su dinero

y a su venero 

de intrigas y ruines conjeturas, 

(porque este espécimen no habla) 

darle nombre a su irremediable calentura

por el poder:

“Las demandas urgentes

del pueblo de Nicaragua”.

Y no sabe, siquiera, el sentir de la gente

en los barrios de Managua,

ni donde quedan las comiderías

del Mercado Oriental; desestima

a sus empleados con el ascenso de fantasía

social de ser “colaboradores”

y hasta “asociados”,

y corre de sus labores,

con humillante lenguaje escatológico,

a su conductor que siendo pobre y siendo pueblo,

cometió el delito de mediodía

de dejar la camionetona del “hombre”

olorosa a chancho frito y tortilla.

“El uso de la fuerza para privar a los pueblos de su identidad nacional constituye una violación de sus derechos inalienables y del principio de no intervención”. (RESOLUCIÓN 2625 XXV…)

IV

El voto es tu “sacrílego” NO adorarás

a la veneradísima imagen

del Sancta Sanctorum de la doctrina Monroe:

Mammon Street, que al margen

del honor,

la Democracia y la decencia,

algunos fieles arrodillados mantiene

en la Calle Atravesada de la Historia,

zaguanes de medio pelo,

callejones sin salida digna

y servidumbres de paso a las tropelías extranjeras

por los “milagros” recibidos:

la incuria como política de Estado,

presidencias sin excelencias,

diputaciones lamentables, ministerios vituperables.

Además, negocios tan redondos

que incluyeron al general más cuadrado

del tablero de mando de los 80

(pero “Marxista” en Retiro Suntuoso),

concesiones de balde, tour-embajadas,

fundaciones sin fundamentos morales,

expoliaciones sin explicaciones,

fábricas de insidias y distorsiones

con la asombrosa “objetividad periodística”

de los mercaderes de la desinformación;

editoriales copyright de la “verdad”,

think-tank y “analistas” con el “don incuestionable” 

de la “infalibilidad pontificia”,

y el saqueo del Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua,

entre tanta piñata de bienes públicos…

Y eso sin contar la “cura milagrosa”

que el dólar proporciona al “dolor” infligido,

por la “enfermedad infantil”

del ultraizquierdismo,

a los “pobres muchachos descarriados”

de la alcurnia

y sus serviles sin pedigrí

–devenidos hoy en “inmaculados” oenegeros–,

que tanta calamidad acarrearon

a la sociedad por entero,

ora en la dirección de la Economía,

ora en su misión de intocables cancerberos

ideológicos de la “pureza” 

revolucionaria del ochentero

“hombre nuevo”.

“Todos los Estados deberán también abstenerse de organizar, apoyar, fomentar, financiar, instigar o tolerar actividades armadas, subversivas o terroristas encaminadas a cambiar por violencia el régimen de otro Estado y de intervenir en las luchas interiores de otro Estado”. (DE CONFORMIDAD CON LA CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS…)

V

Sí,

el voto es tu Veto,

tu democrático y civilizado YO-PROHÍBO

al vasallaje de la patria

por las salvajes metrodictaduras globales.

 

Es tu Veto

al retrógrado monólogo interior de “democracia”,

y a la libertad-de-código-de-barras

de los regímenes arqueológicos

que, en el siglo XXI,

aún envían sus expediciones de conquista y reconquista

con la bandera de sus medievales cruzadas,

barnizadas ahora de “elecciones creíbles”,

“Estado de Derecho” (por no decir

Estado de Derecha)…,

para asegurar la perpetuidad

de sus Virreyes, Virreinatos, Gobernadores

y, en especial,

las Capitanías Generales

de su sintética sociedad-civil dedicada a reducir

naciones “desobedientes” en oenegelandias,

fletado todo en las carabelas

del vetusto orden mundial

de rapiñas y gabelas.

 

Es  tu  Veto

al asesinato de la reputación

de los “irresponsables” que rechazan mercadear

la soberanía de sus Repúblicas de Oro,

por la gloria desdichada de los espejitos

del “reconocimiento”

con que las autoritarias “democracias”

recompensan a sus incondicionales,

empeñados en mantener el statu-quo

de Patio Trasero.

“Todo Estado tiene el derecho inalienable a elegir su sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia en ninguna forma por parte de ningún otro Estado”. (DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS).

VI

El voto es el ¡Salve a ti! vital

de tu presencia decente

en el derrotero de la prosperidad:

crear inéditas sendas,

resultados y cambios del presente.

Es el albor de Nicaragua

sin el ninguneo,

el racismo

y la eficiente mediocridad

de la ofídica élite fatídica en multiplicar

no los panes ni los planes del bienestar común,

sino su legado estructural:

la desolación

y el inveterado tercermundismo

que terminaron de apalancar con violencia

en 2018, al cumplir dócilmente

su abominable papel

de agentes de la muerte, la destrucción

y el colapso económico,

con la complacencia de decadencias

adyacentes, entregadas también

a la perniciosa tarea

de demoler la República…

 

Es, pues, tu voto,

el sideral ¡No!

a la hegemónica cultura tóxica

de ver un paisito

y no una Patria Grande;

una arruinada “nicaragüita”,

arrimada

a la música de Tchaikovsky,

en vez de la original NICARAGUA

de Tino López Guerra.

Los Estados tienen el deber de cooperar entre sí, independientemente de las diferencias en sus sistemas políticos, económicos y sociales, en las diversas esferas de las relaciones internacionales, a fin de mantener la paz y la seguridad internacionales y de promover la estabilidad y el progreso de la economía mundial, el bienestar general de las naciones y la cooperación internacional libre de toda discriminación basada en esas diferencias (24 DE OCTUBRE DE 1970).

VII

El voto es tu decisión

de asegurar la más memorable entonación

coral de los Estados del planeta

con partituras  de cooperación

y solidaridad,

y no partes de guerras, bloqueos y ultimátums;

conciertos de progreso

y  armonía entre los pueblos,

y no el insalubre sometimiento al retroceso

de las dizque impolutas

batutas pero del ruido y del chirrido,

de los remedos,

los ecos

y los embelecos.

 

Nicaragua

del Caribe diáfano, inmenso y rotundo

de los oriundos acordes,

donde cada día del Génesis

sigue bien puesto,

y la Creación confirma

los incesantes versículos del origen de todo,

en la perdurable belleza

de Little Corn Island.

Nicaragua de Rubén, Joaquín Pasos,

Ana Ilce y Leonel Rugama,

de versos y hechos

de bienaventuranzas y proclamas

de bendición al mundo,

anunciados en las diversas formas

de nuestras majestuosas cordilleras:

las inconmensurables dimensiones

de la libertad Isabelia,

los espacios de luz Dipilto-Jalapa,

el regio esplendor Dariense,

el estado más terrenal de la abierta expansión

de los cielos Maribios,



extendido desde el verde balcón

del Cosigüina;

Nicaragua, la de los inabarcables tesoros lacustres

del Cocibolca y el Xolotlán

que nos permite columbrar el Paraíso

en Ometepe,

y el jubiloso cántico fluvial de Río San Juan.

Y ahí donde el infinito Azul…

también es Amerrisque, Kilambé y Pancasán.

Tierra de alumbradas maravillas

para nada comparadas

con las desentonadas dependencias

de los que no soportan que tu nación sea una Alabanza

Bicentenaria a Dios que te la dio

con la música originaria de la Independencia,

ni perdonan la virtuosa interpretación

autóctona del canto libre

de la Democracia,

porque se juzgan, con sus querencias

y ojerizas (que ensalzan o arremeten

gobiernos) el Preámbulo de la Biblia.

 

 

Nicaragua

con la proa a favor

de los vientos del pueblo,

surca las aguas con su legítima brújula,

como nunca antes, hacia un horizonte superior

de bendiciones, desde su primera bandera izada

el 21 de agosto de 1823.

 

El voto

sella las “Páginas Fatales de la Historia”

y abre las compuertas

del Porvenir…

 

Nicaragua

hacia dentro, y en rutas de entendimiento

con los Estados Unidos

y el mapamundi completo,

como creció Sandino y testimonió José Román:

“Sin odios ni rencores,

si no muy al contrario,

henchido de amor al prójimo”.

 

 

                Nicaragua…

Centro bendito de Las Américas.

 

Escrito está.

Jesucristo es el Señor. Es la Vida,

Aliento y Adviento de nuestra Paz.

 

Edwin Sánchez