Salvador Nasralla: El Caballo de Troya, de Washington en Honduras

Foto Cortesía / Salvador Nasralla, candidato presidencial del Partido Liberal de Honduras.

Por Stalin Vladimir Centeno

La historia está plagada de personajes que, con una sonrisa falsa y un discurso rebuscado, se ofrecen como “la salvación” de los pueblos mientras trabajan como operadores del imperio. Salvador Nasralla, el eterno candidato que muta de partido en partido como serpiente que cambia de piel, es hoy el nuevo peón del guion norteamericano para Honduras. Su discurso anticorrupción es solo un barniz hueco, mientras en el fondo se alinea servilmente con los intereses de Washington y de los grandes consorcios extranjeros que ven a Centroamérica como un botín.

Nasralla no es nuevo en esto. Ha cambiado de bandera política más veces de las que ha propuesto soluciones reales para su país. Pasó del PAC a una alianza con LIBRE; luego fundó su propio partido, para abandonarlo y, finalmente, aterrizar sin vergüenza en el Partido Liberal, el mismo que también criticó durante años. ¿Coherencia? Cero. ¿Oportunismo? Absoluto. El problema no es solo su falta de lealtad ideológica, sino su verdadera función: servir de fachada «popular» para reinstalar un modelo colonial disfrazado de modernidad.

Si Nasralla llegara al poder, Honduras no tendría un presidente, sino un gerente. Se arrodillaría ante el Departamento de Estado. Volverían los paquetazos, las privatizaciones, la entrega de recursos, las bases militares gringas disfrazadas de “cooperación”. ¿Y el pueblo? A pagar los platos rotos con hambre, desempleo y represión. Su administración abriría las compuertas a los llamados “programas de asistencia internacional”, que no son más que mecanismos de control y vigilancia encubierta sobre los países soberanos.

Salvador Nasralla no es un estadista, es un personaje mediático moldeado por la televisión. Durante décadas fue comentarista deportivo y conductor de programas de entretenimiento, y desde esa plataforma se lanzó al estrellato político. Usa las cámaras como un espejo, pero no para ver al pueblo, sino para alimentar su ego. Se vende como limpio, pero está rodeado de oportunistas reciclados de la vieja política hondureña. Promete transparencia, pero se esconde cuando hay que rendir cuentas. Dice que lucha por el pueblo, pero solo aparece en tiempos electorales. Su voz no es la de Honduras, es la voz del embajador gringo filtrada en televisión.

No se puede confiar en alguien que nunca se ha mojado los pies con el pueblo. Nunca lo verás en una protesta campesina, ni en un hospital defendiendo la salud pública. Nunca ha defendido a los maestros, a los estudiantes, a las mujeres violentadas, a los pueblos originarios. Su «causa» es su carrera personal. Honduras no necesita más figuras mediáticas; necesita líderes con cicatrices, no con maquillaje.

Además, su presencia no garantiza estabilidad, sino un caos controlado. En nombre de la “modernidad”, abriría de par en par las puertas al capital extranjero, debilitando aún más la soberanía. Haría lo que le diga la embajada norteamericana, y su gobierno respondería más a intereses externos que a las necesidades del pueblo. Sería un presidente obediente, no a Honduras, sino a las órdenes del Norte.

El problema no es solo Nasralla, es todo lo que representa: una clase política hueca, mediatizada, adicta a la fama y carente de proyecto nacional. Si el pueblo hondureño le entrega el poder a este presentador de televisión reciclado en político, estaría firmando un cheque en blanco a la recolonización. Nasralla es el regreso del entreguismo disfrazado de modernidad.

Honduras debe despertar. Porque si Nasralla gana, no ganará el pueblo, ganarán los gringos. Y no habrá excusas cuando los campos estén vacíos, los hospitales sin insumos y los jóvenes emigrando en caravanas. Salvador Nasralla no es esperanza, es un espejismo peligroso. Y detrás de su sonrisa está el puñal del imperio, listo para clavarse otra vez en el corazón de Centroamérica.

Cabe recordar que las elecciones generales en Honduras se celebrarán el domingo 30 de noviembre de 2025. En este proceso se elegirá al próximo presidente de la República, diputados, alcaldes y representantes al Parlamento Centroamericano. Salvador Nasralla fue elegido como candidato presidencial oficial del Partido Liberal de Honduras, tras ganar las elecciones internas de marzo de este año. Hoy se presenta como la cara visible de una vieja estructura que se disfraza de cambio, pero que ya tiene compromisos sellados con el poder extranjero.

Esta entrada fue modificada por última vez el 31 de mayo de 2025 a las 5:21 PM