¡Todos, somos Daniel!

Foto Cortesía / Comandante Daniel Ortega Saavedra, Copresidente de Nicaragua.

Por Stalin Vladimir Centeno

El sábado 19 de julio de 2025, en la Plaza de la Fe, el Comandante Daniel Ortega, sentado junto a la Compañera, Copresidenta Rosario Murillo, y rodeado de delegaciones internacionales, pronunció con fuerza una frase estremecedora:

“Todos somos Daniel”. Y luego lo dijo con claridad y firmeza:

“Todos somos Daniel, todos, desde el que tiene menor edad, o la muchacha que tiene menor edad, hasta el joven que tiene mayor edad, y ya no digamos el pueblo. Todos Somos Daniel, Todos Somos Daniel. Por eso que no se les ocurra, que no se les ocurra que en otra etapa de nuestra historia saldrá otro nicaragüense que no tendrá el pensamiento, el compromiso, el principio que se lo heredamos nosotros a ustedes muchachos”.

Si algo ha demostrado Daniel Ortega Saavedra en más de 50 años de vida política es que ningún poder extranjero ha podido con él. Desde la caída de Somoza en 1979, han pasado más de una decena de presidentes de Estados Unidos: Carter, Reagan, Bush, Clinton, Bush hijo, Obama, Trump y Biden, todos con estrategias de agresión, y ninguno ha podido doblegarlo. Daniel permanece, firme, con la misma convicción de aquel joven guerrillero que venció a una dictadura sostenida por la Casa Blanca.

Tras el triunfo revolucionario del 19 de julio de 1979, Daniel encabezó la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, conduciendo los primeros pasos de una nueva Nicaragua que empezaba a sanar entre escombros, alfabetización y dignidad. A los 39 años, ya era un estadista con visión continental. Su liderazgo se forjó en medio del fuego, no en oficinas ni escritorios, y desde entonces no ha dejado de dirigir los destinos del pueblo.

Daniel es un líder con huellas profundas en la historia mundial. Ha estrechado la mano de figuras como Kim Il-sung, Mijaíl Gorbachov, Yasser Arafat, Nelson Mandela, Muamar Gaddafi, Hugo Chávez, Fidel Castro, Vladímir Putin, entre otros. Su voz ha resonado en todos los continentes, defendiendo a los pueblos oprimidos, denunciando la hipocresía de los poderosos, y levantando la bandera de la autodeterminación sin miedo ni dobleces.

No hay que olvidar que Daniel derrotó a la contra, esa maquinaria de terror fabricada y financiada por los Estados Unidos en los años 80 para destruir la Revolución Popular Sandinista. Y muchos años después, en abril de 2018, también derrotó un nuevo intento de golpe de Estado, orquestado desde los mismos laboratorios imperiales. Ni la violencia, ni las mentiras, ni las redes sociales manipuladas pudieron quebrarlo.

El pueblo volvió a cerrar filas en defensa de su Gobierno legítimo.

Su liderazgo no solo se ha visto en el poder, sino también en la adversidad. Cuando los liberales gobernaron en los 90 y muchos daban por muerto al sandinisimo, Daniel gobernó desde abajo, organizando, resistiendo, enfrentando la persecución política y mediática. Sostuvo la llama del proyecto revolucionario cuando muchos ya la daban por extinguida, y lo hizo sin renunciar a sus principios ni a su vocación de servicio al pueblo.

Hoy, a sus 78 años, Daniel no solo es Copresidente; es un símbolo internacional de coherencia y lealtad a los principios revolucionarios. Es un líder incansable, lúcido y consecuente, que no ha cedido a las presiones del capital financiero ni a los chantajes de la diplomacia imperial. A diferencia de tantos otros políticos que terminan traicionando su historia, él sigue siendo el mismo hombre que luchó en las montañas por una Nicaragua libre.

Como el Daniel de la Biblia, el Daniel de hoy ha sido arrojado al foso de los leones imperiales, calumniado por falsos profetas y sometido a pruebas de fuego por resistir a los dioses de turno. Y como aquel profeta, Daniel ha salido ileso, protegido por su fe, su pueblo y su compromiso inquebrantable con la verdad. El Daniel de ayer interpretaba sueños de reyes; el de hoy interpreta el destino de un pueblo entero. Ambos fueron llamados a resistir. Ambos fueron escogidos para vencer.

Por eso hoy, cuando recordamos sus palabras en la Plaza de la Fe, no se trata solo de un eslogan. “Todos somos Daniel” significa que todos somos resistencia, dignidad, coraje, historia viva. Significa que Nicaragua no se rinde, que el Comandante sigue firme, a pesar de los que le desean la muerte, a pesar del odio miserable de quienes nunca podrán derrotarlo. Daniel sigue de pie.

Y su legado continuará encendiendo la llama de la soberanía por muchas generaciones más.

Esta entrada fue modificada por última vez el 22 de julio de 2025 a las 5:02 PM