Unidos contra la pena de muerte

Imagen Multinoticias / Opinión.

En el día Europeo y Mundial contra la pena de muerte, renovamos nuestro compromiso para erradicar este castigo bárbaro e inútil. Bárbaro, porque priva a los condenados de la posibilidad de enmendarse e incluso de ser absueltos por una futura revisión; inútil, porque se ha comprobado que la pena capital no hace disminuir el crimen.

El derecho a la vida es, además, el primero de los derechos humanos. La Unión Europea y Nicaragua comparten plenamente el rechazo de la pena capital y están comprometidos, a pesar de cualquier otra diferencia en este campo, a trabajar por la abolición a nivel mundial, junto con todos los demás socios que apoyan esta empresa.

Para tener éxito en dicho empeño, es importante preguntarse cuándo y cómo se logró la abolición en nuestros países. Fue un largo y difícil proceso, que se prolongó desde 1849 (última ejecución en Portugal) hasta 2012 (abolición total en Letonia). También hubo altibajos: por ejemplo, la pena fue abolida en España en 1931, pero fue luego reintroducida por la dictadura franquista hasta ser nuevamente abolida en 1978. En Nicaragua, la pena fue abolida en 1979.

Hasta aquí el cuándo; tal vez sea igual o más importante investigar el cómo se logró. Es una cuestión compleja, porque en ocasiones la abolición respondió a una creciente demanda popular, pero en otros casos no fue así. Es una aparente paradoja: se consigue un avance que puede “pasar factura” política en el futuro. Los principales factores de éxito en este escenario complejo incluyen, sin duda, un liderazgo político capaz de tomar la iniciativa, contando con el futuro refrendo de los ciudadanos, pero a la vez arriesgándose a ser censurados.

Otro factor fundamental fue la evolución de las mentalidades, facilitada no solo por la educación sino también por procesos políticos como el de la integración europea. En efecto, desde su creación en 1951, la UE – entonces Comunidades Europeas – ha ido adquiriendo sólidos compromisos en materia de derechos humanos, que se plasman entre otros en el Tratado de la UE y en la Carta Europea de Derechos Humanos. Ambos textos fundamentales prohíben expresamente la existencia de la pena capital en los Estados Miembros de la Unión.

Sigamos pues trabajando a nivel global para explicar e informar con transparencia y claridad, para que todos los países puedan – soberanamente – tomar sus decisiones, ojalá que en la dirección de una pronta abolición. Además, la lucha conjunta contra la pena de muerte puede ser asimismo un puente para el diálogo sobre otros temas importantes de derechos humanos, donde es urgente avanzar. Es difícil, pero no utópico: los formidables resultados conseguidos en la abolición total de la pena de muerte nos muestran el camino y la posibilidad real de avanzar en otros campos.

Fernando Ponz Cantó

Embajador de la Unión Europea en Nicaragua

Esta entrada fue modificada por última vez el 9 de octubre de 2025 a las 8:46 PM