Yiye Ávila, amigo de Rosario, Daniel y Nicaragua

Foto Cortesía / Opinión.

Por Stalin Vladimir Centeno

Durante la década de 1980, Nicaragua enfrentó la agresión directa del imperialismo estadounidense, que financió y armó a la Contra para intentar destruir a la Revolución Sandinista. En medio de esa ofensiva llegó José Joaquín “Yiye” Ávila, conocido como Gigi, con la humildad de un Pastor que predicaba Fe y Paz a un pueblo golpeado por la guerra.

Su presencia dejó una marca profunda en la vida espiritual y social de los nicaragüenses.

Ávila, nacido en Camuy, Puerto Rico, en 1925, fue primero maestro y deportista. Campeón de culturismo, aspirante olímpico, un diagnóstico de artritis crónica truncó sus sueños atléticos y lo empujó a encontrar en la Biblia un propósito superior. De aquel giro nació un ministerio evangelístico que se expandió por América Latina y Estados Unidos, alcanzando a millones a través de cruzadas multitudinarias, radio y televisión.

Fundó el ministerio “Cristo Viene” y creó la Cadena del Milagro Internacional, una plataforma que transmitió mensajes de fe, sanidad y esperanza a hogares de todo el continente.

Pero lo que hizo diferente a Yiye Ávila ante Nicaragua fue su actitud en una época que fue marcada por la confrontación.

Mientras otros tele-evangelistas extranjeros se prestaban a campañas de desprestigio contra la Revolución Sandinista, buscando provocar al Gobierno para aparecer como héroes ante el público estadounidense, Ávila optó por la reconciliación y el respeto.

Llegó a Managua para acompañar y sanar corazones en medio de una guerra impuesta y cruel. En 1987, por primera vez, se reunió en Managua con la Compañera Rosario Murillo y con el Comandante Daniel Ortega.

Oró por ellos, por la Paz y por Nicaragua, en un encuentro que abrió un lazo espiritual que se mantendría durante décadas. Años después, en abril de 2011, el Comandante Daniel Ortega le entregó la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío, el máximo reconocimiento que Nicaragua otorga a quienes contribuyen a su identidad y dignidad.

“La falta de Cristo trae guerras; la presencia de Cristo ayuda a que desaparezcan las guerras”, expresó el Comandante Daniel Ortega en aquella ceremonia, reconociendo el mensaje pacificador del evangelista puertorriqueño.

La Compañera Rosario Murillo también se refirió a él con palabras profundas cuando el 28 de junio de 2013 se anunció su fallecimiento. “No lamentamos su pérdida porque ese legado de Yiye Ávila, luchador desde la Fe Cristiana por la Paz, la Fraternidad y el Entendimiento en el mundo, está aquí, está con nosotros”, dijo la Compañera Rosario Murillo.

Y añadió: “En Nicaragua donde nos decretamos Cristianos, Socialistas y Solidarios vivimos ese legado, procurando el Bien Común, el entendimiento, dejando atrás los tiempos de disputas, practicando la Reconciliación y el Amor desde Cristo Jesús”.

La Compañera Rosario Murillo continuó: “Por eso, hoy que Yiye Ávila pasa a la inmortalidad, a otro plano de vida, a la eternidad y desde ahí invoca a Cristo Jesús para que nos siga bendiciendo, protegiendo, Cristo Jesús en este país que tanto le venera, en este país de fe y de prácticas cristianas; ahí nosotros encontramos a Yiye Ávila, recordamos sus mensajes transmitidos en momentos durísimos para el pueblo nicaragüense, mensajes de Amor, mensajes de Vida, mensajes de Paz, mensajes que nos daban fuerza, fortaleza, mensajes para el espíritu, para transformarnos en nuestras conductas, en nuestras prácticas, para crecer espiritualmente, para encontrar a Cristo cada día”.

Yiye Ávila siempre fue solidario con el pueblo nicaragüense. Nunca ocultó su cariño por la Compañera Rosario Murillo y por el Comandante Daniel Ortega, a quienes consideraba amigos y hermanos en la fe.

En sus oraciones pedía dirección divina para la Compañera Rosario y para el Comandante Daniel, y bendiciones para Nicaragua.

Su ministerio no estuvo exento de debates y críticas en otros contextos, pero en Nicaragua su imagen fue la de un hombre de Paz y Amor. Aquí se le reconoció como un Pastor auténtico que mantuvo una relación sincera y respetuosa con la Compañera Rosario Murillo y el Comandante Daniel Ortega, un lazo espiritual basado en la fe y la búsqueda de reconciliación, lejos de intereses políticos o propaganda.

El 28 de junio de 2013, Yiye Ávila partió a la eternidad mientras dormía plácidamente en su casa de Camuy, Puerto Rico, a los 88 años.

Según relató la pastora Wanda Rolón, quien dio la noticia a medios de su país, el evangelista había enfrentado en sus últimos años algunos problemas de salud, incluyendo derrames cerebrales que habían afectado su vitalidad, pero seguía activo y alegre en su ministerio.

Su muerte ocurrió de manera tranquila, sin sufrimiento, en el reposo de su hogar, un final que muchos vieron como un descanso sereno tras una vida entregada a la fe y al servicio.

El impacto de Yiye Ávila sigue vivo.

Su obra ministerial continúa a través de su familia y de la Cadena del Milagro, y su recuerdo permanece en el corazón de los nicaragüenses que lo vieron orar por la Paz cuando la guerra dejaba cicatrices profundas. Su vida demostró que la fe puede abrir caminos donde la política levanta muros, y que un mensaje sincero de Amor y esperanza puede unir a un pueblo en los momentos más oscuros.

Hoy, al recordarlo, resalta la diferencia entre su testimonio y la realidad que a menudo vivimos:

Tiempos en que surgen traficantes y mercaderes de la fe, e incluso políticos revestidos de sotana que usan los púlpitos para desestabilizar gobiernos y atentar contra la Paz. Yiye Ávila fue todo lo contrario: un mensajero de Amor, unidad y reconciliación; un Pastor que no convirtió la fe en negocio ni en arma política, sino en racimo de quietud, esperanza y fortaleza para un pueblo que buscaba sanar y vivir en Paz.

Esta entrada fue modificada por última vez el 30 de septiembre de 2025 a las 2:31 PM