¿Desde cuándo desarticular un Golpe de Estado es “desmantelar” la democracia?

Foto Cortesía /  Terrorista financiado por fuerzas opositoras y gobiernos extranjeros, con un arma de grueso calibre en sus manos, en el intento de golpe de Estado contra el Gobierno constitucional y democráticamente electo de Nicaragua.

I

Ahora que la AP informa que los miembros de la Comisión de la Cámara de Representantes, encargada de investigar el asalto al Capitolio, cuenta con “evidencias adicionales que serán expuestas esta semana que muestran que (Donald) Trump y sus asesores realizaron un ´esfuerzo a gran escala´ para propagar desinformación y apremiaron al Departamento de Justicia para que aceptara las aseveraciones falsas del entonces presidente”…

¿Por qué la Casa Blanca no acepta que Trump, a la cabeza del Gobierno de los Estados Unidos, también realizó “esfuerzos a gran escala” para propagar desinformación” contra el Gobierno Constitucional de Nicaragua, y apremió a sus agencias afines, comisiones de Derechos Humanos, OEA, medios de comunicación, tanques de pensamiento, y otros “institutos”, “fundaciones”, “comisiones”, etc., subordinados bajo fachadas de organismos “independientes”, para que también aceptaran las aseveraciones falsas del entonces presidente?  

Ahora que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, denunció que las “fuerzas” en la sombra, detrás del trágico asalto al Capitolio en 2021, siguen siendo una amenaza para la democracia de su país…

¿Por qué a Nicaragua se le acosa, acusa, sanciona y bloquea económicamente por desmontar los planes siniestros de las “fuerzas” que el mismo expresidente Donald Trump auspició para atacar la paz, la estabilidad, el desarrollo y la democracia?

Ahora que un comité especial del Congreso de los Estados Unidos llega a la conclusión de que los sucesos del Capitolio, que duraron unas cuantas horas y no el día completo, fueron un fracasado Golpe de Estado…

¿Por qué la barbarie armada y fascista de tres largos meses en 2018, financiada contra Nicaragua, es encubierta a estas alturas con la cínica narrativa de “manifestaciones cívicas”?

Ahora que el Presidente de los Estados Unidos suena las unánimes campanas de alerta sobre los peligros que corre la democracia en su país, y a una sola voz, el Congreso, la Policía y órganos de Seguridad, la Justicia y el mismo Ejecutivo se coordinan para defender los resultados de las votaciones y la legitimidad del Colegio Electoral, y por consiguiente su estadounidense sistema democrático

¿Por qué a Nicaragua, al cumplir con el Ordenamiento Jurídico de la República para defender también la democracia, la legitimidad del Consejo Supremo Electoral y la Constitución, se le imputa que “no existe la división de poderes”?

Ahora que el señor Biden advierte: “Es importante que el pueblo estadunidense entienda lo que realmente sucedió y que entienda que las mismas fuerzas que llevaron (a la insurrección en el Capitolio) el 6 de enero siguen activas hoy”…

¿Por qué le es difícil al señor Biden entender lo que con evidencias en las manos ha demostrado Nicaragua lo que sucedió: que millones y millones de dólares del presupuesto del noble pueblo estadounidense se despilfarraron en el frustrado Golpe de Estado, y que las mismas fuerzas que sangraron (al país con el derrotado golpe de Estado de abril a julio) 2018 siguen activas hoy, exigiendo incluso la expulsión de Nicaragua del Tratado de Libre Comercio?

Ahora que el mandatario describe con dramatismo que “La insurrección del 6 de enero es uno de los capítulos más oscuros en la historia de nuestra nación. Un asalto brutal a nuestra democracia, un ataque brutal a las fuerzas del orden, con algunos perdiendo la vida”…

¿Por qué Estados Unidos pretende que el Gobierno Constitucional, el pueblo de Nicaragua y sobre todo los familiares de las víctimas, glorifiquen las atrocidades cometidas por los golpistas de Trump en 2018 como uno de los capítulos más luminosos en la historia de la nación?

¿Cómo Washington va a dictar hasta los sentimientos nacionales de Nicaragua y traducir esos meses de salvajismo, luto y dolor provocado por sociópatas endemoniados en “una defensa culta y piadosa a nuestra democracia”?

¿Cómo Nicaragua va celebrar, alabar y calificar de “cristiano abrigo de protección y misericordia a las fuerzas del orden y desbordado amor a la Patria”, la despiadada embestida contra las autoridades, saldada con el asesinato de 22 policías, una cantidad considerable de heridos de gravedad, hostigamiento a indefensos familiares de oficiales, y el incendio de casas con niños y ancianas madres adentro?

¿Cómo Nicaragua va a enaltecer a los fascistas que cometieron crímenes de odio contra civiles nunca antes visto en toda la historia de la nación, ante los cuales el castellano y el inglés juntos se quedan cortos para exponer los actos extremadamente nefandos perpetrados contra la dignidad humana?

¿Por Dios, dónde, queda el humanismo?

Si terrible, oscuro y brutal fue aquel capítulo para la Unión Americana…

Sin un tranque artillado de sujetos tan desalmados como armados, ni alegres pirómanos.

Sin una sola manzana del Distrito de Columbia tomada.

Sin conductores y camiones de carga con alimentos y mercaderías secuestrados y retenidos a punta de violencia a lo largo de interminables millas de carreteras.

Sin un metro de las autopistas interestatales obstaculizadas.

Sin un solo canal de TV atizando el odio y la confrontación.

Sin un solo báculo del Infierno “pastoreando” manadas de lobos.

Sin una literal hoguera medieval en la que quemaran personas vivas, como en el sector de Mebasa, Masaya.

Sin raptores ni verdugos “democráticos”.

Sin un solo estadounidense que haya vivido las horrendas torturas del ciudadano Bismark Martínez, registradas con videos grabados por sus mismos captores, que posteriormente lo desmembraron y asesinaron en el Tranque de San José de Jinotepe, 45 kilómetros al sur de Managua.

Sin una prevaricadora CIDH al servicio de “la insurrección del Capitolio”.

Sin una OEA apapachando a los “pacíficos manifestantes” del 6 de enero.

Sin un solo edificio incendiado y ni un bien del Estado destruido fuera del perímetro del Congreso.

Sin la Embajada de Nicaragua en Washington atentando contra la Seguridad Nacional de Estados Unidos.

¿Qué cree el Señor Presidente que sufrió Nicaragua con aquellos abominables volúmenes de infamia, iniquidad y desmedida maldad contra la vida humana?

¿Debemos, por ser Nicaragua, soportar intervenciones, ocupaciones, injerencias, golpes de Estado, desestabilización, bloqueos, sanciones económicas…y hasta “protestas pacíficas” no precisamente de admiradores de Mahatma Gandhi, sino de Heinrich Himmler, máximo jefe de las Schutzstaffel (SS), encargado de los campos de concentración nazi?

¿Es nuestro papel en la vida ser el tiro al blanco de la humeante arma de repetición histórica Nota Knox, Calibre 1909, cargada de incesantes municiones de pretextos, justificaciones y Destino Manifiesto?  

II

Ahora que Bennie Thompson, jefe del comité legislativo dedicado a investigar lo acaecido en Washington, asegura de manera contundente que lo del 6 de enero de 2021 “fue la culminación de un intento de golpe de Estado”…

¿A cuenta de qué los involucrados en esos hechos condenables deberían ser considerados más “representativos que el régimen de Estados Unidos”, tal como el secretario de Estado Antony Blinken ha ensalzado a los que han pretendido tener su propio pero indefinido 6 de enero en Nicaragua?

Ahora que el congresista Thompson afirma sin rodeos: “Donald Trump estaba al centro de esta conspiración”…

¿Por qué el Gobierno de la República de Nicaragua, por qué el Pueblo, por qué los deudos de las víctimas mortales deben decir que fueron ángeles, arcángeles y querubines quienes estaban en el centro de la conspiración contra Nicaragua en 2018, y no quien realmente fue?

Ahora que todos los poderes constitucionales de Estados Unidos van a fondo contra el Golpe de Estado del 6 de enero…

¿Sería justo que las cadenas de televisión, prensa escrita y electrónica, la OEA y la señora Bachelet de la ONU, los organismos de Derechos Humanos, etc., en cada “fakes news” lanzado como despacho noticioso, en cada “honorable” tribuna, en cada púlpito descarriado, en cada manipulación redactada como “informe”…, denigren a Estados Unidos y la etiqueten de “dictadura”, que “violenta la democracia”, persigue a los “defensores de las libertades” y tiene como “prisioneros políticos” a los “patriotas” que se tomaron el Capitolio?

Recordemos que el entonces asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, John Bolton, de la era Trump, denominó a Cuba, Venezuela y Nicaragua “troika de tiranía”. Luego, había que derrocarlos. ¿A cuenta de qué esas etiquetas? ¿Quién le dio potestad a Bolton y Cía. a designar el estatus de las naciones?

Es en ese contexto en que las manos de Trump teclearon su relato generosamente costeados para derrocar a un Gobierno Constitucional, elegido por la población de Nicaragua. Y por población se entiende personas verdaderas, de carne, hueso y alma nicaragüense, no jurídicas, ni siglas vacías; no partidos deshabitados y juntas directivas de oenegés de origen foráneo que nadie las eligió ni nadie recuerda siquiera sus nombres, menos que sean solventes y probos representantes de algo, salvo de sus propios intereses creados.

En el éxtasis de su furor tales “demócratas”, disfrazados de organismos de la sociedad civil “comprometidos con la democracia, las libertades civiles, los derechos humanos”, etc., y pasando por encima de las leyes de la República, llegaron a exigir “la rendición del gobierno”. Y tras prefabricar una su “alianza cívica”, un sector de la jerarquía católica entregó la “cartilla” del desenlace del golpe de Estado, bajo el nombre sibilino de “hoja de ruta”.

III

Si el 6 de enero de 2021, día del asalto al Capitolio, “no está en el pasado: está presente todos los días”, como escribió The New York Time el 5 de enero de 2022, ¿cuánto más tres meses de crueldad y sangre causados a Nicaragua en 2018?

Si no está en el pasado, “Está en Donald Trump”, aseguró el diario, “quien continúa avivando las llamas del conflicto con sus mentiras desenfrenadas y resentimientos ilimitados y cuya versión distorsionada de la realidad todavía domina a uno de los dos principales partidos políticos de la nación”.

Lo extraño es que esas “Mentiras desenfrenadas y resentimientos ilimitados y versión distorsionada de la realidad” de la anterior Administración las mantiene contra Nicaragua el presidente Joe Biden, cuestionado por su antecesor de ocupar “ilegítimamente” la Casa Blanca.

Lo que el editorial de TNYT ilustra y previene acerca de su país, también se cierne sobre Nicaragua:

“En pocas palabras, la república (no solo EEUU, agregamos también Nicaragua) enfrenta una amenaza existencial por parte de un movimiento que desdeña de manera abierta la democracia y que ha demostrado su disposición a usar la violencia para conseguir sus propósitos. Ninguna sociedad autónoma puede sobrevivir a una amenaza así negando que esta existe. Más bien, la supervivencia depende de mirar al pasado y hacia el futuro al mismo tiempo”.

Mejor consejo no puede dar el periódico: “Encarar de verdad la amenaza que se avecina significa entender plenamente el terror de ese día hace un año”.

Es la obligación de un país soberano. Nicaragua así lo ha hecho.

Desmantelar cualquier amenaza a la Democracia y al Orden Constitucional es también entender plenamente el terror de tres meses, hace cuatro años…

El presidente Biden y los congresistas con valores democráticos deberían romper de una vez por todas con el legado Trump, e inaugurar el camino del diálogo y la cooperación entre Estados Unidos y Nicaragua.

Impulsar…

Relaciones de concordia y entendimiento entre dos Estados soberanos y no entre la Doctrina Monroe, su Corolario Roosevelt y el Gran Garrote contra el Gran Garroteado.

Relaciones de amistad y no de Metrópolis a Subalterno.

Relaciones civilizadas entre la Patria de Walt Whitman y la Patria de Rubén Darío.

Relaciones dignas y de beneficio mutuo entre la Patria de George Washington y la Patria de Augusto César Sandino.

En resumen, pasar de la insensata Doctrina Monroe a la paz y el respeto recíproco entre Estados Unidos y América Latinas y El Caribe, le daría más sentido en la Tierra a la estelar frase de Neil Armstrong que desperdiciarla en la inabarcable soledad de la Luna:

“Un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”.

Sería sentir, al fin, las primeras brisas del Mar de la Tranquilidad en nuestro Hemisferio.

El Poderoso de Israel bendiga a Nicaragua y Estados Unidos.

Firma: Edwin Sánchez