Edwin Sánchez: El Nuevo Mapa Espiritual de Nicaragua

El 3 de marzo de 1982, Carlos Fernando Chamorro desplegó, en el diario que controlaba como Director, Barricada, el primero de tres artículos para asesinar la reputación de las Iglesias Evangélicas, tal como ahora hace contra Nicaragua: “tratando de ridiculizarlas; llamándolas agentes alienantes, transnacionales del imperialismo, infiltradas por la CIA y, ligadas al imperialismo; que hacían aparecer a algunos pastores como farsantes, vividores y mentirosos, y a los fieles como gente humilde del pueblo, arrastrada a esos cultos fanáticos por pastores expertos en la exaltación de los ánimos” (“Lo que se quiso ocultar”, Roberto Cardenal, Editorial Libro Libre, 1987).

I

Nicaragua: Cambio de Época.

País estancado por una letárgica hegemonía política-religiosa, y atado al rosario de los áridos dogmas del sometimiento, se movió a la democratización de los púlpitos y a la libertad de vivificar el espíritu en los sagrados manantiales de las Escrituras.

Fin de los “ayeres de mito y neblina”, diría Jorge Luis Borges.

La Palabra de Dios también es la palabra de su pueblo.

Campesinos que se congregan en sus casas, templos de familias, iglesias construidas con esfuerzos; trabajadores, técnicos, profesionales, ciudadanos que antes solo llegaban a escuchar el monólogo de Roma, ahora escuchan lo que Dios le dice a Nicaragua.

Hay diálogo vivo con el Altísimo, a través de la oración, en el nombre de Cristo, con propias y lozanas palabras, recién salidas del corazón, y no de antiguas letanías ni de ningún luyido vocabulario fervoroso.

Una estrecha relación de calidad con el que Vive y Reina para Siempre, y no huecas y distantes solemnidades pomposas.

Cristianos que pasan al altar a dar el mensaje, y otros a ofrecer sus ricos testimonios, sin formatos rígidos y fórmulas inertes preestablecidas.

Son los redimidos por Jesús. No por ninguna religión.

La salvación es personal, no institucional.

Es la iglesia bíblica, donde ningún líder se enseñorea sobre el pueblo de Dios.

Las regias vestiduras, el lujo ornamental, la vanagloria de la potestad sobre las almas y las naciones, y las mitras de la ostentación escénica, pueden deslumbrar a los hombres, pero no impresionan a Dios.

La esencia no es el espectáculo: es el amor y el sacrificio de Jesús por la raza humana, demostrable en una vida tan sencilla como íntegra, nunca en la cizaña, la megalomanía y la falacia.

Hay servicios, cruzadas, vigilias, adoración y alabanzas, bajo el sol, el toldo de las estrellas o los tabernáculos.

Sin persecución alguna, que no sea la de religiosos decadentes que todavía endilgan las tóxicas etiquetas de “sectas”, “ignorantes” o “católicos desinformados” al florecimiento espiritual.

Es la Iglesia de Pedro, Pablo, Juan y del hermano carnal y espiritual de Jesús, Jacobo o Sanctus Iacobus, Santiago…

Iglesia horizontal del Espíritu Santo que se reparte sin acepción de personas.

Espíritu Santo que no lo provee ninguna doctrina medieval, Universidad Pontificia, ni facultad de Teología. Ningún Instituto Eclesiástico, Seminario Teológico, Doctorado en Divinidades, ni Concilios, así sean de Trento o cualquier invento que se le ocurra a un Sínodo terrenal.

El Espíritu Santo destronó el monopolio imperial de la fe.

Se acabó el poder absoluto del arcabuz y la manipulación de la cruz, de las pistolas y las estolas más humeantes de la confrontación.

Es el Consolador que el mismo Jesucristo sopló a los apóstoles y discípulos, continuadores de la Gran Obra: El Espíritu Santo…

Sobre el corazón contrito y humillado, y no la arrogancia establecida.

Sobre los íntegros y no los hipócritas.

Sobre los justos y no los santulones.

Sobre los veraces y no los embaucadores y contumaces.

Sobre los creyentes sinceros y no los oportunistas.

Sobre los heraldos de la paz y no los emisarios de la discordia.

 

Es Jesús que nació en un Pesebre, no organizó partidos políticos ni urdió implacables alianzas de ególatras codiciosos para matar y desbaratar su país.

No ungió fariseos.

No se confabuló contra su nación.

No viajó a Roma para denigrar su patria, recibir órdenes y avasallar Israel.

No se reunió con el César y los tribunos para luego jactarse en mármol de carrara.

Porque nada tiene que ver la fe en el Omnipotente con los que se complacen en las tinieblas y se gozan con su rentable medio de vida: una lengua “inflamada por el Infierno” (Santiago 3:5–6).

Forman iglesia, y aun en el hogar, los que andan y prevalecen en el Camino del Dios Vivo.

Son los convocados por el amor al prójimo frente a los alquilados odios “autoconvocados”: la violencia, el egoísmo, las patrañas, las intrigas, la intolerancia y las miserias humanas.

Es Dios que nos ofrece la Vida Eterna en Cristo, Hijo del Altísimo, Hijo del Hombre: Único mediador entre Dios y la Humanidad.

 

Nuestro país se sacudió el peso de una confesión alzada sobre el andamio de la diabólica Inquisición: persecución, tortura, y sangre, más las atizadas hogueras tenebrosas que todavía sufrió Nicaragua en 2018.

II

Si el Mapa Espiritual es otro, no es necesariamente por el Gobierno Sandinista, al fin de cuentas, expresión de cambios y resultado a la vez de una sociedad en evolución. Pues país paralizado no pasa de ser la mujer de Lot, viendo al pasado.

Gracias a Dios son pocas las estatuas de sal en Nicaragua.

Se acabaron los tiempos de la resignación, y el cuento de que la pobreza, preferiblemente extrema, era un boleto de primera clase al Cielo, mientras la gazmoñería en pleno se despachaba hermoso los placeres mundanos V.I.P., y con la cuchara grande los mejores bienes de este siglo.

Hoy el atraso no cuenta con muchedumbres.

Aunque haya algunos que son “líderes” naturales del atascamiento y otros más encumbrados, del retroceso.

El bien empuja los eventos transformadores de la Historia.

El mal ancla el culto a la postergación.

Evidencia: ¿Por qué la Costa Caribe, que ocupa el 47% del territorio nacional, estuvo separada del resto del país por más de cinco siglos?

¿Cómo fue posible que mantuvieran desterrada casi a la mitad de la nación?

La Corona y la Colonia católicas la conservaron en el olvido.

La oligarquía católica prolongó el ostracismo.

Lo que no hicieron 49 administraciones desde la Independencia, el presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo, pudieron lograrlo en menos de diez años: unificar la nación con sendas y modernísimas carreteras entre el Pacífico y el Caribe, Norte y Sur.

Es el segundo acontecimiento soberano, histórico, social y geográfico más relevante.

Primero fue necesario que el General José Santos Zelaya liberara del Imperio Británico al Caribe, para completar el mapa que hoy es la Casa que el Creador nos dio en el mundo: Nicaragua.

III

La población católica en 1971 constituía el 94.4%; los evangélicos el 3.9%.

El régimen de doña Violeta Chamorro mantuvo frizados esos datos durante 20 años. El Almanaque Mundial volvió, en 1992, a repetir que el catolicismo sumaba el 94.4%; evangélicos, 4.4%.

Imposible que las almas permanecieran congeladas, máxime cuando la Revolución abrió las puertas a la pluralidad confesional. Y esto a pesar de las contradicciones de ciertos “iluminados” de la Dirección Nacional, y “cuadros marxistas” del Departamento de Agitación y Propaganda.

La posición del entonces estalinista Comisario Político, Carlos Chamorro, al frente del poderoso DAP, contrastó con la apertura a otras creencias.

Ningún Presidente había tomado en cuenta a la población cristiana y sus líderes hasta que en 1987, el comandante Daniel Ortega compartió estrado con el evangelista Yiye Ávila.

Hoy, la nueva mayoría es No Católica.

Constituye el 62.9%, según lo dio a conocer M&R Consultores en 2022.

En 2005, el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide) ofreció un indicador revelador: el 58.5 % de la población era, nominalmente, católica.

M&R encontró en abril de 2009, un 54.4%.

En julio de 2011, el 53.4%; en diciembre de 2012, el 52.1% y en abril de 2013, el 53.4%.

Para los que les gusta la especulación, y no aceptan la realidad, en 2015, Cid Gallup registró un 46% de fieles marianos.

El reverendo Miguel Ángel informó el 18 de julio de 2018, tras el fracasado Golpe de Estado, patrocinado por algunos jerarcas con sus “geniales” Tranques Parroquiales de la Barbarie, que el 50% de Nicaragua era evangélica.

En la actualidad, de los 6 millones y medio de nicaragüenses, menos del 38% cree en la doctrina de sus abuelos, incluido venerar imágenes, peor que enganchen en un remedo de silla gestatoria al obispo de Matagalpa, como hicieron unos cuantos en una íngrima y patética procesión al oscurantismo.

A propósito…

“No podía creerlo –narró una feligresa a Becca Renk, de Jubilee House Communit–, pero ahí estaba mi párroco, parado en la parte trasera de una camioneta con un megáfono, animando a un grupo de personas a quemar la sede del partido sandinista. Di un paso atrás hacia las sombras para que no me viera, pero yo lo vi”.

Los estertores anteriores, que resumen lo que sufrió Nicaragua durante cinco siglos, se dieron el sábado 21 de abril de 2018, en Ciudad Sandino.

A pesar de todos los obstáculos, ataques, insidias y tirrias que los gobernadores de la oscuridad han lanzado contra Nicaragua, no impidieron el nacimiento del Nuevo Mapa Espiritual de Nicaragua.

Atrás queda el “progreso” de la tardanza oligárquica.

Y los obstinados de la nesciencia.

El Altísimo muda los tiempos y las edades, profetizó Daniel.

Y el Artículo 14 de la Constitución liquida el Estado Parroquial:

“El Estado no tiene religión oficial”.

Gracias al Dios de Paz, en el nombre de Jesús.

Esta entrada fue modificada por última vez el 27 de febrero de 2023 a las 4:21 PM