Nicaragua: El triunfo popular, la democracia y algunas reflexiones

Foto: Multinoticias / Productores de San Lorenzo reciben de parte del Gobierno Sandinista bonos de semilla de frijoles.

Por Luis Varese

Los logros que generaron la victoria electoral

  • Reducción de la pobreza del 48 al 24% (pobreza extrema del 17 al 7%).
  • 5º puesto mundial en equidad de género (1º en América).
    Fundamental para la plena participación popular.
  • 20 nuevos hospitales equipados y gratuitos.
  • 52% de la población mayor de 2 años vacunada contra el
    Covid-19.
  • Reducción de la mortalidad materna (70%) e infantil (60%).
  • Educación gratuita y de calidad (preescolar, primaria, secundaria, técnica, universitaria, universidad en el campo).
  • 1.2 millones de meriendas escolares.
  • 99% del país con cobertura eléctrica (70% energía renovable).
  • 91.5% de cobertura de agua potable en las zonas urbanas, 55.4% en las zonas rurales. 54% de cobertura en alcantarillado a nivel nacional.
  • La mejor red de carreteras de la región.
  • Viviendas dignas para los más necesitados.
  • 427,434 títulos de propiedad en áreas urbanas y rurales.
  • 92% de soberanía alimentaria.
  • Parques públicos, estadios deportivos, piscinas olímpicas.
  • Respeto a las culturas y la autonomía de los pueblos originarios y afrodescendientes.
  • Demarcación y titulación de las tierras comunitarias de los pueblos originarios y afrodescendientes de la Costa Caribe.

Por estas y otras cifras y razones el pueblo nicaragüense votó por el FSLN, por Daniel y por Rosario. Solo los ciegos y los imperialistas no quieren ver los motivos del voto, no quieren esta realidad, ni a esta militancia.

Las cifras del triunfo

De 4.4 millones de votantes, participaron el 65% en elecciones que no son obligatorias. Es decir 2´921,430 votos. De esos, 2´093 834 fueron para el FSLN. Es decir el 75.87% de los votos fueron para Daniel y la Chayo. Puede que no guste, pero la contundencia de los logros, más las cifras de lo votado son incuestionables. La gente ha votado por un proyecto de continuidad para su bienestar. El pueblo de Nicaragua ha elegido un modelo político y económico para la Paz y la solidaridad. A algunos que vienen de la izquierda no les gusta, en este caso lo que interesa es que el pueblo escogió el camino contra el neoliberalismo, que conoció y sufrió durante 17 años, entre 1990 y 2007, y el voto popular ha sido por este proyecto y no por el “alternativo”, de los otros candidatos.

 

Un debate necesario sobre el ejercicio democrático del voto

“La alternancia”

Con preocupación y tristeza hemos visto que personajes fantásticos de la Izquierda, como Lula no han gustado de estos resultados, o que periódicos como La Jornada editorializan contra Daniel. Se quejan de la falta de alternancia. Este término se ha usado y se está usando como un requisito sine qua non de democracia.

Señoras y señores, compañeros y compañeras, hablamos del sistema presidencialista en América Latina, y la alternancia se refiere a alternar los candidatos a la presidencia, y/o de los partidos que disputan el gobierno. Pero, en rigor, la verdad no es esa, el tema es que la alternancia mencionada, se ha dado en los últimos 20 años aproximadamente entre dos propuestas políticas, sociales y económicas no solamente distintas, sino contrapuestas y contrarias. Dos propuestas que expresan intereses de clase antagónicos y que en algunos casos logran puntos de conciliación, y en otros simplemente estallan en la confrontación.

La “alternancia” se ha dado entre una propuesta neoliberal, capitalista conservadora, anticuada, siguiendo los dictámenes del FMI que van en contra de los intereses de las grandes mayorías, en específico de las clases medias y sobre todos de los sectores obreros, campesinos, estudiantiles, subempleados y desempleados. Y la otra, fue y es una propuesta social demócrata con mayor o menor grado de profundidad e intensidad, o incluso una propuesta socialista.

En esta “alternancia”, la apuesta del neoliberalismo es destruir todo lo avanzado en materia de conquistas sociales, políticas públicas, garantía de derechos y derechos humanos. La “alternancia” ha sido conquistada por el neoliberalismo, algunas veces por el voto (Uruguay) y la mayoría de las veces usando las nuevas artimañas de la justicia al servicio de la política de la derecha (el lawfare); la calumnia periodística en manos de los poderes fácticos (fake news); y de los golpes blandos en combinación con congresos corruptos y/o golpes de estado, no blandos como el caso de Honduras o Bolivia en complicidad con la OEA o el silencio de otros organismos internacionales.

Es entendible que Lula hable de alternancia al estar en plena campaña electoral, pero Brasil justamente no es un ejemplo de ello ya que Dilma Rousseff, elegida por el voto popular y mayoritario, fue defenestrada en base a calumnias, mentiras y argucias legales de la peor especie y Lula mismo fue impedido de participar en las elecciones en base a juicios fraudulentos y purgó más de un año de prisión. No olvidemos que vino luego Bolsonaro, un fascista ignorante y peligroso, pero “alternante”. Lo mismo ocurrió con Rafael Correa que fue impedido de participar en las elecciones en base a un juicio que lo sentencia por “influjo psíquico” hacia sus colegas del gobierno. Es decir todos los mecanismos posibles para que la “alternancia” quede en manos de la derecha oligárquica local.

La alternancia (sin comillas) puede ser funcional y democrática (digo puede ser) en países muy consolidados donde el Estado de derecho funciona y básicamente en regímenes parlamentarios; donde los sindicatos, la academia, el parlamento, el sistema judicial, los partidos políticos, la seguridad ciudadana, están en el marco del derecho y donde la Constitución realmente rige como Carta Magna y es obedecida y no cambiada a capricho de los designios imperiales o del petimetre de turno.

Este es uno de los temas a tratar: la alternancia, ¿a qué se refiere? ¿A negar a los pueblos sus derechos sociales y económicos básicos? ¿A borrar con la derecha lo que logran avanzar los pueblos con la izquierda?

No voy a referirme a todos los ejemplos de los últimos 20 años, solamente mencionaré la traición de Lenín Moreno, el surgimiento de Macri, Piñera, Lacalle Pou, o los cinco presidentes peruanos presos o acusados (allí no hubo más que alternancia entre gángsteres y mafias). Hoy, que hay en el Perú un Presidente elegido por la decisión popular por la izquierda, se le imposibilita gobernar igualmente en base a argucias y leguleyadas. Hay que reconocer que él no tiene la fuerza personal del líder que se requiere para esa tarea, al menos por ahora. Y allí pasamos al siguiente tema.

El papel del liderazgo

El papel del liderazgo, para cambiar las estructuras que degradan a nuestros pueblos, es fundamental. En los regímenes presidencialistas este papel se vuelve determinante, si realmente se quiere trabajar en beneficio de las grandes mayorías. Estamos hablando de Nuestramérica, estamos hablando de América Latina, donde la desigualdad y las brechas sociales y económicas, dejan de ser brechas para convertirse en abismos. Estamos hablando del espacio que durante 40 años ha sido arrasado por el neoliberalismo. El espacio geopolítico donde cada conquista democrática y popular, por pequeña que sea, ha costado literalmente luchas, con sangre, sudor y lágrimas. Estamos hablando de países donde toda institucionalidad ha sido exprofesamente quebrada y desestructurada para poder servir mejor a los ricos locales y al imperio.

No estamos hablando de Noruega, Finlandia o Alemania (con 16 años de Angela Merkel). Ni siquiera de Italia o España, con sus recientes y frágiles democracias, estamos hablando de Nuestramérica, la de las dictaduras, la tortura, los desaparecidos, las guerrillas y las masacres de obreros y campesinos como rutina del ejercicio del poder, léase Colombia y léanse todos los demás.

Aquí el papel del líder es tener la visión y el coraje de reemplazar lo que se destruyó y comenzar a reconstruirlo en base a esa capacidad de conducción serena y firme que permita avanzar en las políticas públicas, las conquistas sociales y la defensa de la ecología, confrontando con éxito a las lumpenoligarquías que nos gobiernan. Ese es su papel. Cuánto dura ese papel: hasta que se consolide el Estado de derecho y la democracia realmente pase a defender los intereses nacionales.

La participación popular es determinante aquí. Mujeres, hombres, jóvenes y adolescentes son la base de esa dirección. Los mecanismos de participación van “desde lo pequeño a lo grande y de lo simple a lo complejo”. Aparece como una contradicción entre el dirigente con poder y la democracia. Y sí, es una contradicción, que dialécticamente iremos resolviendo con la práctica participativa, la educación popular, el surgimiento de nuevos cuadros, desde la más pequeña de las circunscripciones hasta las ciudades más grandes. ¿Cuánto tarda aquello? Lo que sea necesario para que esas indispensables conquistas, el derecho a la salud, a la educación, al trabajo, a la vivienda, a la vida, sean sólidas y permitan que nuestros países sean espacios de paz y bienestar. Así lo ha entendido, por ejemplo, el pueblo cubano y ha optado por una forma diferente de participación democrática, activa y directa.

Así lo entendió el pueblo de Nicaragua mayoritariamente y así votó por Daniel. (Por favor remítase a las cifras del primer párrafo).

Si para ello necesitamos que una dirigente, un dirigente o una dirección permanezcan algunos años en el poder (no solamente en el gobierno) pues eso deberá ser. Somos humanas y humanos, y aquello puede ser complicado y hasta generar situaciones poco deseables, pero debemos de estar seguros que si hay una comunicación permanente con las grandes mayorías y las sabrá interpretar correctamente ese dirigente, estará garantizada la democracia y la participación.

Lo complejo de todo ello es que esa dirigencia, esa estructura política, debe construir sus propios mecanismos de relevo. Debemos de ir hacia ello y el Instrumento (como lo llama Marta Harnecker) el partido o el Movimiento, debe encontrar los mecanismos adecuados y eficientes en esta lucha por la democracia interna.

Existen múltiples formas participativas en todos los niveles de organización geográfica, administrativa, política y de las diversas estructuras organizativas del pueblo y de la sociedad. Iremos incorporando a ello las sabidurías ancestrales y caminando por ese rumbo. La lucha contra el patriarcado es un avance en ello, la lucha por el pleno respeto a las culturas y nacionalidades es otro paso fundamental, el respeto por el género diverso y otros mecanismos que irán surgiendo.

La democracia que queremos

En primer lugar, nuestra democracia será la defensa de la soberanía. No se puede pensar en un ejercicio democrático nacional, donde el voto esté destinado a entregar a la patria en manos del imperio. Por lo tanto nuestra democracia tendrá una clara posición antiimperial y optará por el multilateralismo como política exterior. Se encaminará y promoverá la integración regional, la creación de la Patria Grande.

En segundo lugar, estará destinada a la redistribución de los bienes de la nación. De los recursos naturales, de los recursos que se nos han entregado en este espacio territorial. Con los mecanismos más realistas y claros en las negociaciones, pero siempre pensando en las mayorías nacionales y los intereses de la soberanía. La redistribución de la riqueza y el bienestar de las mayorías, son piedras angulares de la democracia. No concebimos una democracia de 100 ricos y millones de pobres. Para que esto sea eficiente y auténtico, deberá ser realizado con equidad de género. Mujeres y hombres en igualdad de derechos y condiciones.

La integración cultural pasa por el respeto a los pueblos y nacionalidades que conforman Nuestramérica. No puede haber democracia auténtica sin esa participación plena del entendimiento de que somos de “todas las sangres”, de todas las culturas y del Sumak Kawsay o Buen Vivir.

Garantía y respeto a la Naturaleza, la democracia deberá ser la construcción del nuevo mundo. Garantía y respeto de los derechos de las humanas y los humanos. Garantía y respeto de los Derechos de la Naturaleza. Pueden decir: eso no es necesariamente democracia. Nosotros decimos sin este programa no hay democracia real y efectiva.

Los mecanismos, son y no son utopías

Existen, hay que trabajar en ellos y pasan por la Consulta popular permanente sobre los temas que afectan al conjunto. La participación permanente en todos los niveles de decisión del Estado. Establecer métodos de apropiación del conocimiento, de educación política, el financiamiento del Estado para la participación popular activa y descentralizada.

Si con todo lo anterior, que forma parte de un largo debate, no se entiende el triunfo del FSLN y de Daniel Ortega, creo que lo único que nos queda es repetir la trilladísima frase “la práctica es el único criterio de verdad” y no quiero ser malintencionado ni ofender a nadie, pero estamos contra el imperio o estamos con el Imperio. O estamos con Cuba, Nicaragua y Venezuela o estamos con el imperio. No se trata de ser acrítico u obsecuente, pero el momento político exige definiciones claras. Las contradicciones las iremos resolviendo en el camino, en el camino antiimperialista.

En Nicaragua, el pueblo no se equivocó. Votó por la democracia, votó por el FSLN, votó por Daniel.