Si el FSLN repudió el terrorismo desde su origen, ¿por qué tolerarlo en 2018?

Opinión

“El terror como sistema solamente lo emplean las fuerzas reaccionarias”.
Carlos Fonseca.

(“La lucha por la transformación de Nicaragua”, 1960).

Edwin Sánchez

I

el terror como sistema solamente
lo emplean las fuerzas reaccionarias

Otras, siendo lo mismo, no deben quedar expuestas tanto tiempo al aire libre por quienes las expelen desde el vertedero de su rediseñado pasado.

Porque contaminan el mundo. Perjudican la atmósfera de la paz.

Intoxican a las nuevas generaciones que se tragan el cuento de hadas “izquierdistas” de “liderazgos impolutos”.

Es cierto, no hay que inmiscuirse en los asuntos internos de otros países.

Mejor excavamos en los porosos cimientos morales de uno de los artífices de las dos décadas más aciagas de Uruguay.

Y comprobar si quienes hoy aparecen hablando como si hubieran egresado de un Monasterio Budista en Asia, o pertenecido a una comunidad de Woodstock-1969, tienen una biografía tan intachable como para drenar sus invectivas, alquilándose para fustigar con “sermones” viscerales, tirar consejos jamás practicados y arremeter con “reflexiones” emponzoñadas.

Y es lo que hace don José Mujica.

Sin un expediente honorable, trata de manchar al sandinismo. Y a todo el que no piense como él ni tenga una camaleónica trayectoria de violento y desaforado extremista a santulón mediático, que en eso terminan los que una vez causaron tantos estragos a la sociedad.

Degradado en Gurú de la derecha ultraconservadora, desde hace rato se ha dado a la tarea de prestar su nombre en un juego al alimón con el terrorismo contra el pueblo y Estado de Nicaragua.

Y por su larga experiencia en los años 60 y 70 del siglo XX, justifica el empleo del terrorismo en Nicaragua, cuyas envenenadas puntas de lanzas son las fakes news y toda la narrativa neocolonial que etiquetaron la intentona de derrocar un gobierno legítimo como “ansias de libertad”, “lucha cívica” y “defensa de los Derechos Humanos” …

Estamos ante el terrorismo utilizado como patibularia herramienta de un Golpe de Estado.

Y al no triunfar ese desborde de brutalidad inhumana, se siembra la cizaña de “la crisis que vive Nicaragua”, como si fuera una de esas “democracias sudamericanas” imbuidas en una terrible espiral de mortandad, masacres, éxodos, bandas armadas, persecución a indígenas, crímenes internacionales, sicarios de Uruguay que en motos acuáticas matan al Fiscal del Paraguay en un balneario de Colombia, y una ciudadanía que no puede vivir en paz.

Ciertamente, no viven tranquilos aquellos que recurren a anacrónicos radicalismos que solo incitan a un derramamiento de sangre sin sentido, como en 2018.

Lo primero que debe decirse es que ningún país, sea Estados Unidos, Chile, España o China, tolera el terrorismo.

Desde El Vaticano podrán abogar por supuestos “demócratas y sacerdotes” en Nicaragua, pero no serían capaces de consentir que la

Policía o su Guardia Suiza se encerrara en sus cuarteles para que los inescrupulosos desataran un aquelarre mortífero contra ese estado, en nombre de falsas banderas.

¿Por qué el papa Francisco es sobreprotegido por hombres que, al parecer, son más altos que las plegarias elevadas desde la nombrada Santa Sede?

Allí donde solo habitan “almas puras”, cohabita la “concordia”, y “reina la paz”, no se andan con rezos, ni crucifijos y ni siquiera agua bendita a la hora de enfrentar a los demonios del terrorismo.

Los soldados de la Guardia Suiza Pontificia no están adiestrados para dar la otra mejilla, su Doctrina Militar no es el perdón y en su Credo de Combate no existe la amnistía para no desalentar a la tropa a la hora de actuar:

Son entrenados en procedimientos militares y manejo de armas de fuego modernas, como el fusil suizo SIG 550, el subfusil alemán HK MP5 y las pistolas automáticas suizas SIG Sauer P220 y P226” (Wikipedia).

Si en vez de “diálogo” la “Ciudad de Dios” responde con su Verbo de Plomo, ¿por qué Nicaragua debe estar obligada a condecorar terroristas para “caerle bien” a los que persiguen, reprimen, encarcelan y enjuician a los que osen deponer un gobierno en sus países?

Ahora bien, debemos también quedar claros de que no hay exasesinos. No hay extraidores. No hay excainitas.

Las pretéritas perversidades no se pueden borrar con un “delete”.

Ni formatearse como la nueva imagen de la Avena Quaker.

Allá el que los compra.

Por lo tanto, tampoco hay exterroristas. Pero sí camaleones. Y eso no es “pragmatismo”, como quiso elevar un académico a don Mujica al pedestal de los ilustres.

Adolfo Garcé, de la Universidad de la República, estudioso de la historia de los tupamaros encuentra muchas semejanzas entre la lógica de estos y el gobierno de Mujica.  “La primera es el pragmatismo: ‘Los tupamaros eran camaleones. Si el entorno cambiaba, ellos cambiaban’ (Folha de S.Paulo).

Camaleón…, nombre vulgar.  “Dissidentis Iscariotem”, nombre “científico”.

II

Ser exguerrillero, excomandante, exluchador social, excomunista, exmilitar, etc., es distinto.

Don Mujica nunca podrá ser, más allá de expresidente y exprisionero, un ex irresponsable de las barbaridades cometidas contra su propia patria.

“En los dos últimos siglos se dieron numerosos movimientos terroristas”, señala en su Enciclopedia de la Política, Rodrigo Borja. Luego de una extensa lista de movimientos terroristas, que denomina contestatarios, identifica:

“El movimiento de liberación nacional del Uruguay llamado tupamaros (…) creado en 1962”.

Surgió casi junto con el FSLN, pero nunca fueron parecidos.

El Frente Sandinista no está en la lista de agrupaciones terroristas.

El doctor Borja caracteriza al terrorismo: “Terror es miedo intenso, insuperable. Terrorismo es el sistema que utiliza ese miedo como arma política. Es la táctica de ejercer el terror para lograr un objetivo político, aunque hay actos terroristas que carecen de objetivos. En todo caso, el terrorismo se impone a través del miedo paralizante que impide a las personas defender sus derechos o protegerse de la acometida violenta.

            “En muchas oportunidades el terrorismo es el ejercicio de la violencia para mantener o derrocar un orden político y social establecido…”.

El finado Conor Cruise O’Brien, historiador, académico y escritor irlandés, al elaborar un perfil de los terroristas en 1978, nos aproxima a entender el “amor” del antiguo tupamaro con los golpistas de Nicaragua.  A la vez, con 40 años de anticipación, nos adelanta por qué no se pudo, ni se puede, llegar a una negociación con estos desenfrenados que no representan a nadie:

“Con frecuencia, la gente exige ‘nuevas medidas políticas’ que pongan fin a la violencia, pero ¿qué iniciativa pacífica puede lograr que depongan sus armas, individuos empeñados en alcanzar fines quiméricos e imposibles, que por añadidura no comparten aquellos a quienes dicen representar y que rechazan rotundamente los habitantes del lugar que pretenden liberar?

“Nadie, fuera de otros terroristas doctrinarios y fanáticos de la misma calaña, los secunda. Sus demandas, sencillamente, no son negociables, pues no admiten solución por vía del diálogo.

“En todo caso, ¿con qué pretenden negociar? Nada tienen que ofrecer, como no sea terminar con el salvajismo, su único medio de atraer la atención. ¿Y qué ganarían renunciando a este recurso, sino suicidándose políticamente y desaparecer en la oscuridad?

“¿Qué fin político pueden ambicionar tratando con un gobierno democrático, sino el prestigio de ser visto en la mesa de negociación? Y puesto que es imposible llegar a ningún resultado venturoso, las conversaciones fracasan y resurge y se intensifica la violencia. Se deduce así que la búsqueda de una solución política al caso del terrorismo en una democracia, a más de ser inútil, alimenta el fuego”.

El obispo Báez es una prueba: confesó que los sanguinarios tranques parroquiales eran la más “genial idea”, pese a que el Gobierno convocó al diálogo.

En respuesta, como observó Conor Cruise O’Brien, los terroristas no solo mantuvieron, sino que incrementaron una crueldad inédita en Nicaragua, y ejecutaron atrocidades que luego, sin el menor empacho, se las achacaban a las fuerzas del orden con el objetivo de desprestigiarlas.

III

Aún no había cumplido los 30 años cuando Carlos Fonseca dejó bien establecido, a inicios de los 60, que repudiaba el terrorismo, contrario a Mujica que no escatimó emplear la violencia terrible, sin ton ni son.

El Secretario General Histórico del Frente Sandinista escribió:

Somos decididos opositores al terror de bombas y sabotajes aislados como base en la lucha contra la dictadura. Es completamente equivocado creer que la zozobra producida por las bombas liquidará a la dictadura” (década del 60).

También, en 1975, expuso: “Sin olvidar nunca el estilo de evitar la violencia innecesaria tal como quedó patente en la acción del 27 de diciembre de 1974” (Obra Fundamental, CF, 2006).

Además, subrayó: “Hay que recordar que estuvo en manos de nuestra organización la suerte de un jefe de la misión militar norteamericana, pero nosotros no nos dejamos arrastrar por la simple oportunidad física, tomando correctamente en cuenta de manera principal la situación política”.

En nuestras manos había la preocupación de hacer ver a las masas y a la opinión pública la alta responsabilidad en los métodos de lucha del Frente Sandinista” (Síntesis de algunos problemas actuales, 3 noviembre 1975).

La ponderación y el respeto a la vida, de la que ha hecho gala el Frente Sandinista hasta hoy, se comprueba al haber entregado sanos, salvos y completos a 222 terroristas que durante tres meses de 2018 desataron una barbarie si parangón en la Historia, en su intentona de Golpe de Estado.

Pero don Mujica y los que hoy ensalzan a estos terroristas ni siquiera dieron un pésame de cortesía que les sobrara por ahí, en memoria de los quemados vivos, los desembrados vivos, las violadas y asesinadas en los tranques parroquiales.

Ahora que reparten nacionalidades a la élite del mal que vociferaba que “la economía no importa”, ni siquiera un gesto de misericordia mostraron por los miles de cabezas de familias pobres que perdieron sus trabajos.

Tiene mucho sentido, desde esa distorsión humana, la apología que hacen el expresidente uruguayo y congéneres con sus pares de 2018.

Para todo este aparato de la decadencia, del que hablaba Rubén Darío, la vida de los que se empeñan en adelantar el Porvenir en el nombre de Dios, no vale nada.

Esta entrada fue modificada por última vez el 2 de marzo de 2023 a las 9:51 AM